Dentro de las adicciones, es frecuente encontrar que están muy relacionadas con determinados trastornos de salud mental. A esta situación, en la que están presentes tanto una adicción como un problema de salud mental en la misma persona, se denomina patología dual. Según el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA, 2020), más de la mitad de las personas que reciben un diagnóstico de adicción están también afectadas por otro trastorno psicológico, como la depresión, la ansiedad o trastornos de personalidad.

Este fenómeno tiene una importancia tanto clínica como social, pues complica tanto el diagnóstico como el manejo de los pacientes. Por eso es necesario conocer en profundidad cómo están relacionados, qué mecanismos están involucrados en ellos y qué métodos están mostrando más efectividad en el tratamiento de esta condición.

Conceptualización de la patología dual

La patología dual hace referencia a la coexistencia de una adicción junto con otro trastorno de salud mental en la misma persona (NIDA, 2020). Por ejemplo, alguien puede tener una dependencia al alcohol, pero también padecer depresión o trastorno de personalidad límite al mismo tiempo.

Este fenómeno está reconocido tanto en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), como en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11), considerando así que están íntimamente relacionados (APA, 2013).

Epidemiología

Estudios muestran que hasta el 50% de las personas con adicción están también afectadas por otro trastorno de salud mental (Hunt et al., 2016; NIDA, 2020). La patología dual es más frecuente en determinados grupos de población, como los hombres, las  comunidades en situación vulnerable; grupos sin redes de apoyo, estrés familiar y otros factores sociales, familiares y personales.

Se ha descubierto una relación compleja entre el NSE (nivel socioeconómico) y el consumo de sustancias, reflejando una relación directa en los niveles más altos del NSE, donde a mayor estatus socioeconómico, mayores niveles de consumo de sustancias (Recio et al., 1992); pero una relación inversa en los niveles más bajos del NSE, habiendo estudios que demuestran que el desempleo, padres con trabajos eventuales y situaciones económicas precarias correlacionan con un mayor uso de sustancias (Ruiz et al., 1994).

Sobre estos estudios se argumenta que a niveles altos de ingresos económicos de la familia habría una mayor disponibilidad o posibilidad de adquirir sustancias, al igual que a mayores problemas económicos, afectivos y de carencia de recursos, se incrementa el consumo como estrategia de afrontamiento y como vía de escape.

Factores de riesgo

La patología dual es consecuencia de una compleja relación de factores biológicos, psicológicos y sociales. Según Mueser et al. (2003), tanto el estrés crónico y el trauma infantil como la falta de redes de apoyo están involucrados en el inicio de trastornos mentales, entre ellos las adicciones. Por otro lado, están presentes determinados mecanismos en el cerebro, como la alterada expresión de determinados neurotransmisores (por ejemplo, la dopamina), que están involucrados tanto en el circuito de recompensa como en el de toma de decisiones (NIDA, 2020).

De forma más simple: el entorno, el estilo de vida y determinados mecanismos en el cerebro están muy relacionados con el inicio de una adicción y con el aparecimiento de determinados problemas de salud mental.

Diagnóstico

El diagnóstico de patología dual es complejo, en parte porque los síntomas de una condición pueden parecer consecuencia de la otra. Por ejemplo, el alcohol puede enmascarar una depresión, o el cannabis puede dar lugar a sentimientos de paranoia que dificultan saber si están producidos directamente por el consumo o están relacionados con un trastorno de base (APA, 2013).

Este procedimiento de evaluación requiere de:

  • Una historia clínica exhaustiva, recogida tanto del paciente como de la familia.
  • La utilización de instrumentos específicos de evaluación, como el SCID (Structured Clinical Interview for DSM-5).
  • La aplicación de métodos de desintoxicación o abstinencia prolongada, cuando el paciente deja de consumir, para así descartar que determinados síntomas sean consecuencia directa del consumo de la sustancia.

Tratamientos

El manejo de la patología dual es complejo y requiere de un modelo de intervención integral, que incluya tanto el abordaje médico-farmacológico como el psicológico y social (Mueser et al., 2003).

  • Tratamientos farmacológicos: se utilizan tanto para tratar el trastorno adictivo (por ejemplo, metadona o buprenorfina en dependencia de opioides) como el trastorno de base (antidepresivos, antipsicóticos o estabilizadores del estado de ánimo).
  • Psicoterapia: destacan la terapia cognitivo-conductual (TCC) y la terapia motivacional, así como terapias de tercera generación o el EMDR. La TCC proporciona habilidades de manejo de estrés y prevención de recaídas, así como estrategias de resolución de problemas. La terapia motivacional trabaja tanto en la toma de conciencia como en el fortalecimiento de la motivación para dejar el consumo de drogas.
  • Modelos integrados: este modelo proporciona una atención conjunta de la adicción y del trastorno de salud mental, en el mismo lugar y con el mismo equipo de profesionales, aumentando así la adherencia al procedimiento (Drake et al., 2004).

Conclusiones

La patología dual es una condición frecuente pero compleja que pone en evidencia el estrecho vínculo entre adicción y trastorno mental. La evaluación y el manejo de estos pacientes requiere de una aproximación multidimensional, considerando tanto los aspectos neurobiológicos como psicosociales.

La prevención, el diagnóstico precoz y el manejo integral son clave tanto para reducir el sufrimiento de las personas afectadas como para prevenir daños a largo plazo, tanto en ellos como en sus familias. Por eso, es necesario implementar estrategias de prevención, formación de profesionales, modelos específicos de intervención e investigación permanente, con el objetivo de dar una respuesta más adecuada y eficaz a esta problemática de salud.

Bibliografía

American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5ª ed.). Washington, DC: Author.

Drake, R. E., et al. (2004). Integrated treatment for dual disorders. Psychiatric Rehabilitation Journal, 27(4), 301–312. [https://doi.org/10.2975/27.4.301]

Hunt, G. E., Malhi, G. S., Cleary, M., Lai, H. M. X., & Sitharthan, T. (2016). Prevalence of comorbid substance use in major psychiatric disorders: A systematic review and meta-analysis. Journal of Clinical Psychiatry, 77(9), e1090-e1097. [https://doi.org/10.4088/JCP.15r01730]

Kelly, T. M., & Daley, D. C. (2013). Integrated treatment of substance use and psychiatric disorders. Social Work in Public Health, 28(3-4), 388–406. [https://doi.org/10.1080/19371918.2013.774673]

Lezak, M. D., Howieson, D. B., Bigler, E. D., & Tranel, D. (2012). Neuropsychological assessment. (5ª ed.). New York, NY: Oxford University Press.

Mueser, K. T., Noordsy, D. L., Drake, R. E., & Fox, L. (2003). Integrated treatment for dual disorders: A guide to effective practice. New York, NY: Guilford Press.

NIDA. (2020). Common comorbidities with substance use disorders. [https://nida.nih.gov/publications/research-reports/common-comorbidities-with-substa nce-use-disorders]

Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones. (2023). Encuesta sobre uso de drogas en enseñanzas secundaria. Madrid: Ministerio de Sanidad. [https://www.sanidad.gob.es]

Penninx, B. W. J. H., et al. (2014). Common and unique determinants of depression and/or anxiety and the co-occurrence of these disorders. Journal of Affective Disorders, 160, 114–119. [https://doi.org/10.1016/j.jad.2014.02.040]

Salloum, I. M., & Daley, D. C. (2011). Dual disorders: Counseling clients with co-occurring disorders. Center City, MN: Hazelden.

Swartz, M., et al. (2013). Co-occurring disorders and service utilization in a large health care system. Psychiatric Services, 64(11), 1162–1169. [https://doi.org/10.1176/appi.ps.201200211]

Tiet, Q., et al. (2011). Co-occurring disorders, employment, and health care utilization in a nationally representative sample. Psychiatric Services, 62(9), 1042–1049. [https://doi.org/10.1176/appi.ps.62.9.1042]

Volkow, N. D., Koob, G., & McLellan, A. T. (2016). Neurobiology of addiction. The New England Journal of Medicine, 374(4), 370–379. [https://doi.org/10.1056/NEJMra1511480]

Miguel Casado Romero, psicólogo en periodo de prácticas en Orbium Desarrollo