El alcoholismo es una enfermedad caracterizada por un comportamiento problemático de consumo de alcohol que causa deterioro o malestar clínicamente significativo.

Como mencionamos en este artículo acerca de los trastornos más comunes en adolescentes, la adicción al alcohol está muy presente entre los más jóvenes, siendo los 14 años la edad media de inicio de consumo de esta sustancia.

El pasado 14 de julio, ‘La Nueva España’ publicaba un artículo con el siguiente titular: Borracheras adolescentes, un posible alcoholismo a largo plazo. En esta entrada destacaban un nuevo estudio realizado por la Universidad Carnegie Mellon, que evidenció que beber solo durante la adolescencia y la adultez temprana aumenta considerablemente el riesgo de desarrollar un trastorno por consumo de alcohol o alcoholismo a lo largo de la vida.

Alcoholismo en adolescentes

El resultado del estudio mostró que aquellos adolescentes y adultos jóvenes que afirmaron haber bebido solos, presentaban un mayor riesgo de desarrollar síntomas de alcoholismo en la edad adulta, en comparación con aquellas personas que tan solo bebían en entornos sociales.

El alcohol es la sustancia psicoactiva mejor aceptada socialmente y está presente en todos los momentos de ocio, fiestas y celebraciones. Por esta razón, es común encontrar grandes grupos de personas consumiendo alcohol sin preocupaciones, sin pensar que pueden llegar a desarrollar problemas asociados a esta sustancia.

Cuando la persona continúa consumiendo alcohol frecuentemente, lo utiliza para calmar un malestar emocional, o lo hace en grandes cantidades y fuera de esos momentos de ocio, entonces será más probable que desarrolle una adicción a dicha sustancia.

Entre las distintas formas que presenta el alcoholismo, encontramos frecuentemente el consumo de forma solitaria. Esto puede avisarnos de que algo no está bien y deberíamos pedir ayuda. No obstante, el alcoholismo también puede darse en aquellas personas que beben socialmente, si este consumo es muy repetitivo y repercute negativamente en la vida de la persona.

Diagnóstico del alcoholismo

Para realizar un diagnóstico de la adicción al alcohol, el DSM-V establece 11 criterios, de los cuales deben cumplirse más de dos durante al menos 12 meses:

  1. La persona consume alcohol con frecuencia en grandes cantidades y durante un tiempo más prolongado del previsto.
  2. Deseo persistente o esfuerzos fracasados de abandonar o controlar el consumo de alcohol.
  3. Se invierte mucho tiempo en actividades para conseguir alcohol, consumirlo o recuperarse de sus efectos.
  4. Ansiedad, angustia, gran deseo o necesidad de continuar consumiendo alcohol.
  5. Consumo continuado de alcohol que lleva al incumplimiento de responsabilidades en el trabajo, la escuela o el hogar.
  6. Consumo recurrente de alcohol a pesar de sufrir problemas sociales o interpersonales persistentes, causado o acentuados por los efectos del alcohol.
  7. Abandono o reducción de importantes actividades sociales, profesionales o de ocio.
  8. Consumo continuado de alcohol en contextos en los que supone un riesgo físico.
  9. Consumo considerable de alcohol a pesar de saber que sufre un problema físico o psicológico persistente, probablemente causado o acentuado por el alcohol.
  10. Presencia de tolerancia, que se define como:
    1. Necesidad de consumir dosis cada vez mayores de alcohol para conseguir el efecto deseado.
    2. Efecto notablemente reducido tras el consumo continuado de la misma cantidad de alcohol.
  11. Presencia de abstinencia, manifestada por:
    1. Presencia del síndrome de abstinencia.
    2. Consumo de alcohol u otra sustancia para aliviar o evitar los síntomas de abstinencia.

¿Debo preocuparme si mis hijos/as consumen alcohol?

Desde hace mucho tiempo sabemos que la dosis segura de consumo de alcohol es cero. No obstante, su consumo está muy aceptado en nuestra sociedad y es común consumirlo en eventos sociales, también entre la población más joven.

El consumo de alcohol eventual no debe preocuparnos en relación al desarrollo de una adicción o dependencia. Pero, cuando este consumo se vuelve más repetitivo (como, por ejemplo, beber todos los fines de semana, todos los días que se sale con los amigos o beber en casa de forma solitaria), entonces sí deberíamos estar atentos.

Sea cual sea el nivel de consumo, como padres, madres o tutores legales deberíamos realizar una intervención y educar a nuestros hijos e hijas. Tratar el consumo de alcohol como un ‘tema tabú’ no ayuda en la prevención del alcoholismo, sino todo lo contrario: lo acentúa. Mediante una buena educación podemos prevenir que los más jóvenes desarrollen problemas asociados al consumo de alcohol y otras drogas ilícitas.

Si tú o alguien de tu entorno presenta síntomas de adicción al alcohol o a cualquier otra droga o conducta, no dudes en contactarnos. Te ofreceremos información acerca de la adicción y de nuestras opciones de tratamiento.