¿Qué es la terapia de artes expresivas?
La terapia de artes expresivas consiste en la integración de diferentes lenguajes artísticos como forma de expresión: artes plásticas, música, danza/movimiento, teatro y escritura creativa (Malchiodi, 2022). Knill et.al (1995) conceptualizaron la práctica de artes expresivas con el nombre de “terapia expresiva intermodal”, incluyendo dentro de esta el concepto de “transferencia intermodal”, haciendo referencia a la unión e integración de los diferentes tipos de artes a modo de proporcionar al usuario diferentes formas de expresión.
El espacio de arteterapia es un espacio intermedio entre la realidad interna y externa, donde se puede jugar al “como si” y explorar nuevas opciones (Winnicott, 1971). Este tipo de terapia suele partir de un procesamiento «bottom-up» (ascendente), comenzando con las áreas inferiores del cerebro, como el tronco encefálico y el sistema límbico. Así, se genera conciencia a partir de las sensaciones y experiencias implícitas (Malchiodi, 2022).
El trabajo desde el cuerpo es esencial, ya que, como señala Van der Kolk (2015), el cuerpo registra las amenazas incluso cuando no se almacenan a nivel consciente. De este modo, el cuerpo sigue «llevando la cuenta» y las hormonas del estrés continúan enviando señales a los músculos para que se tensen o inmovilicen.
Posición salutogénica
La terapia de artes expresivas se enmarca desde una posición salutogénica, considerando la actividad artística como una capacidad característica del ser humano, independientemente de su estado de salud. No se centra en buscar la enfermedad, sino en potenciar la salud a través de la conexión con la capacidad creadora. De forma que se pretende conectar con la parte sana que todos poseemos, resaltando lo que hay y no lo que falta (Peral Jiménez, 2017).
La capacidad creadora es inherente al ser humano. Según Rubin y Strauss (2023), todos somos creadores y, por ende, creativos. Estos autores explican que percibimos la realidad, recopilamos datos y los filtramos según nuestros esquemas. Por el simple hecho de vivir, estamos constantemente creando nuestra propia interpretación de la realidad.
Relación vincular triangular
A diferencia de los espacios de psicoterapia normal en los que se genera una relación diádica terapeuta-paciente, en el espacio arte terapéutico se establece una relación vincular triangular entre el paciente, la obra y el arteterapeuta. El paciente no solo genera una transferencia sobre el arteterapeuta, sino también sobre la obra, teniendo por tanto su creación la capacidad de acoger parte de él de forma segura.
Se genera una comunicación triangular en la que el individuo puede comunicarse a través de la obra y reflexionar sobre partes de sí mismo (Jones, 2012). Cómo señala Van de Kolk (2015): “Mirar juntos la creación permite ampliar la mirada hacia quien uno es, permite identificarse, hacerse preguntas, poner orden y estructura, acercarse, alejarse e incluso nombrar lo innombrable«.
¿Cómo puede favorecer al desarrollo emocional en adicciones la terapia de artes expresivas?
Según Washton y Boundy (1991), las adicciones, entre otras cosas, permiten a la persona escapar de las emociones desagradables y del vacío interior. Cuando estas emociones se reprimen, ya sea mediante el consumo de una sustancia o el uso de otro alterador del estado de ánimo, no desaparecen; por el contrario, se acumulan por debajo del nivel consciente. Así, surge un gran temor al malestar, el cual es gestionado a través de la adicción, que actúa como una forma de evitación emocional.
Como explicó Malchiodi (2022) siguiendo un procesamiento bottom-up (ascendente), será necesario partir de una dimensión somatosensorial, para progresivamente avanzar hacia la dimensión afectiva/perceptiva y finalmente a la esfera cognitiva.
Según Duncan (2007), las fases más importantes a tener en cuenta en el proceso de conexión emocional son las siguientes:
- Observar y dar nombre: Este paso es transversal y consiste en observar atentamente lo que la persona expresa, ya sea mediante su lenguaje corporal, gestos, tono de voz o a través de la obra de arte que crea. Para iniciar, es crucial trabajar desde el cuerpo sin interpretar, dejando que las percepciones cambien naturalmente. Según Kesselman (1990): “Las personas están en sus cuerpos como los viven, y a medida que modifican sus percepciones, cambian sus posturas y estados y aparecen nuevas formas de sentir”. Para ello se realizarán dinámicas corporales que invitan a sentir, observar y que facilitan que la persona entre en contacto con su realidad y cuestione aspectos previamente inconscientes.
- Explorar e invitar: En esta fase se persigue que el paciente explore diferentes variaciones en su expresión y que se haga cuestionamientos nuevos. En relación a la dimensión somatosensorial se le puede pedir que explore diferentes movimientos “¿Cómo te sentirías ampliando ese movimiento? ¿Cómo sería hacerlo pequeño? ¿A dónde te lleva esta posición?”. Buscando así que, a través de la conexión con el cuerpo, la persona pueda atender esas emociones no escuchadas y disociadas. Tras haber experimentado e incluido la esfera somatosensorial se puede pasar a la dimensión afectiva/perceptiva, donde se puede incluir el arte a través del uso de líneas, colores, formas. “¿Qué está ocurriendo en tu obra? ¿Qué pasó antes y qué pasará después?”.
- Ejercitar y experimentar: En esta fase se busca que la persona se encarne y dialogue. Encarnarse hace referencia a sumergirse en la obra para poder entenderla a través de los distintos sentidos: “¿Cuál es su nombre? ¿Qué quiere decirte? ¿Cómo es su voz? Cuéntalo en primera persona…”. También será esencial establecer un diálogo con la obra, entendiendo a ésta como el tercer vértice de una relación triangular. De esta forma, será el propio paciente el que se planteé preguntas mediante la observación de su creación bajo la pregunta base de: ¿Qué me dice hoy mi obra sobre mí mismo? A su vez será importante explorar lo siguiente: “¿Qué emociones te hace sentir todo esto? ¿Para qué ha aparecido esa emoción hoy?”.
- Integración y concienciación: En esta última fase, se busca que el paciente cierre el proceso integrando lo vivido. Se le da espacio para reflexionar sobre el sentido de las emociones y sensaciones emergentes, alcanzando la dimensión cognitiva. Este cierre es esencial para comprender el “por qué” y el “para qué” de lo experimentado.
La terapia de artes expresivas ofrece un enfoque integral y holístico para abordar el trabajo emocional en personas con adicciones. Al emplear un procesamiento ascendente y centrado en la conexión somatosensorial, afectiva y cognitiva, esta modalidad permite explorar y procesar emociones reprimidas de forma segura y creativa. La relación triangular entre el paciente, el terapeuta y la obra facilita un espacio único de reflexión y expresión, promoviendo la autocomprensión y el desarrollo emocional.
Como resultado, se fomenta el autoconocimiento y se desarrolla una integración cuerpo-mente que facilita la conexión con sensaciones físicas y emociones, todos ellos elementos clave en la recuperación de las adicciones y en la construcción de una vida más equilibrada y significativa.
Referencias
- Duncan, N. (2007). Trabajar con las emociones en arteterapia. Arteterapia. Papeles de arteterapia y educación artística para la inclusión social, 2, 39-49.
- Jones, S. L. (2012). Visual Voice. In S. Hogan (Ed.), Revisiting feminist approaches to art therapy (pp. 173–209). Berghahn Books.
- Kesselman, S. (1990). El pensamiento corporal. Ediciones Paidós
- Knill, P, Barba, N., y Fuchs, M. (1995). Minstrels of soul: Internodal expressive therapy. Toronto: Palmiston Press.
- Malchiodi, C. A. (Ed.). (2022). Handbook of expressive arts therapy: Theory and practice (2nd ed.). The Guilford Press.
- Peral Jiménez, C. (2017). ¿Podemos prevenir el trauma? Reflexiones acerca del uso del arteterapia como vía para la prevención del trauma y el desarrollo de la resiliencia. Arteterapia. Papeles de arteterapia y educación para inclusión social, 12, 49-59. https://doi.org/10.5209/ARTE.57577
- Rubin, R., y Strauss, N. (2023). El acto de crear. Diana Editorial.
- Van der Kolk, B. (2015). El cuerpo lleva la cuenta: Cerebro, mente y cuerpo en la superación del trauma. Eleftheria.
- Washton, A. M., & Boundy, D. (1991). Querer no es poder: Cómo comprender y superar las adicciones (G. Vitale, Trad.). Ediciones Paidós.
- Winnicott, D. W. (1971). Playing and reality. Tavistock Publications.
Redactado por María del Carmen Alonso Ecenarro, psicóloga en periodo de prácticas en Orbium Desarrollo.