La Navidad es una época tradicionalmente asociada a la celebración, el reencuentro familiar y la alegría. Sin embargo, para las personas que atraviesan un proceso de tratamiento por una adicción, estas fechas pueden ser una fuente significativa de estrés emocional, riesgo de recaídas y sentimientos de aislamiento. El consumo de alcohol y otras sustancias suele estar normalizado en muchos entornos navideños, lo que puede hacer especialmente desafiante la participación en celebraciones para quienes están en proceso de recuperación.
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Comprender el riesgo emocional y contextual
La literatura científica ha evidenciado que las fiestas pueden actuar como disparadores de consumo, al combinarse factores como la nostalgia, la presión social, el aumento de interacciones familiares conflictivas y la exposición a sustancias psicoactivas (Sinha, 2008). Además, las personas en recuperación pueden experimentar un sentimiento de “exclusión” al no participar de las dinámicas habituales de consumo.
Reconocer estas circunstancias no implica temerlas, sino anticiparlas y planificar respuestas adaptativas. La prevención de recaídas, como modelo psicoterapéutico, insiste en la importancia de identificar situaciones de alto riesgo y prepararse para afrontarlas con recursos internos y externos (Marlatt & Donovan, 2005).
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Establecer límites saludables
Es esencial que la persona en tratamiento pueda comunicar sus necesidades de manera clara, sin sentir culpa. Rechazar una invitación a una reunión donde habrá consumo, o decidir marcharse si se siente incómoda, son decisiones válidas y protectoras.
Las familias, por su parte, pueden ayudar creando entornos seguros. Por ejemplo, es útil evitar el consumo de alcohol en presencia del familiar en tratamiento, o bien optar por celebraciones alternativas donde el eje no sea la bebida o el exceso.
Pautas concretas:
- Acordar previamente con personas de confianza cómo actuar si surge una situación incómoda.
- Diseñar un “plan de salida” en caso de que el evento resulte emocionalmente abrumador.
- Evitar justificar o minimizar situaciones que expongan innecesariamente a la persona en recuperación.
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Reformular el sentido de la celebración
Uno de los pilares del tratamiento de adicciones es la construcción de nuevos significados vitales. Las fiestas pueden convertirse en una oportunidad para resignificar la Navidad, alejándola del consumo y acercándola a valores como el autocuidado, la gratitud, el acompañamiento o la solidaridad.
Las actividades alternativas como el voluntariado, el compartir tiempo con personas afines a la sobriedad, o crear nuevas tradiciones familiares, son herramientas poderosas para reconstruir la vivencia navideña de forma positiva.
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Fortalecer la red de apoyo
El aislamiento emocional es uno de los principales factores de recaída (McLellan et al., 2000). Por ello, es importante mantener el contacto con la red terapéutica: psicólogos, terapeutas, grupos de ayuda mutua o compañeros del proceso.
Recomendaciones:
- Participar en terapias grupales o reuniones de grupos de apoyo, que suelen intensificar sus encuentros durante las fiestas.
- Mantenerse conectado con figuras significativas (llamadas, videollamadas, chats).
- Establecer un sistema de “apoyo telefónico” con una persona de confianza para momentos críticos.
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Cultivar la autocompasión y celebrar logros
Las personas en tratamiento tienden, en ocasiones, a focalizarse en sus fallos o recaídas pasadas. Sin embargo, es fundamental reforzar una narrativa interna compasiva, que reconozca el esfuerzo sostenido y los avances conseguidos.
Recordar la sobriedad diaria, especialmente en un contexto tan desafiante como la Navidad, es un acto de validación profunda. La recuperación es un proceso no lineal, y cada día libre de consumo merece ser valorado.
Conclusión
Vivir la Navidad durante el tratamiento de una adicción puede ser un reto, pero también una oportunidad para consolidar el proceso de recuperación, reforzar vínculos sanos y resignificar el sentido de las celebraciones. La clave está en la preparación, la comunicación asertiva, el apoyo mutuo y la flexibilidad emocional. Tanto la persona en tratamiento como su entorno familiar juegan un rol activo en la construcción de unas fiestas más conscientes, seguras y significativas.
Bibliografía
Marlatt, G. A., & Donovan, D. M. (2005). Relapse prevention: Maintenance strategies in the treatment of addictive behaviors (2nd ed.). New York: The Guilford Press.
McLellan, A. T., Lewis, D. C., O’Brien, C. P., & Kleber, H. D. (2000). Drug dependence, a chronic medical illness: implications for treatment, insurance, and outcomes evaluation. JAMA, 284(13), 1689-1695. https://doi.org/10.1001/jama.284.13.1689
Sinha, R. (2008). Chronic stress, drug use, and vulnerability to addiction. Annals of the New York Academy of Sciences, 1141(1), 105–130. https://doi.org/10.1196/annals.1441.030