La empatía es definida como la capacidad para identificar las intenciones de los demás, y para responder a ellas con las emociones adecuadas. Por tanto, la empatía resulta esencial en las interacciones sociales. Esta se divide en dos componentes independientes:

  • Componente cognitivo: Incluye la capacidad para inferir los pensamientos y sentimientos del resto.
  • Componente afectivo: Referido a la habilidad para experimentar las emociones ajenas.

Déficits en estos componentes pueden conducir a un funcionamiento social pobre (Baron-Cohen, 2011). Es decir, las personas afectadas mostrarían dificultades para relacionarse con los demás, llegando a sentirse aisladas de su entorno.

Empatía y adicciones.

Empatía y Adicciones: ¿Cómo se relacionan?

Teniendo en cuenta lo comentado anteriormente respecto a la definición de empatía, ¿qué relación puede tener esta con las adicciones? De acuerdo con Goldstein et al. (2009), para poder conseguir cambios en el tratamiento de las adicciones, en primer lugar, es necesario ser consciente del problema. Es decir, el paciente debe ser capaz de reflexionar acerca de los daños sociales que ha ocasionado mientras estaba consumiendo, concretamente cómo se ha sentido su entorno familiar durante todo ese tiempo.

Esta investigación ha encontrado que, cuando no existe una toma de conciencia del malestar ocasionado, entonces el éxito en el tratamiento es más difícil.

Este es un tema relativamente reciente en el ámbito de la investigación científica, por lo que aún queda mucho por saber respecto a la relación entre la empatía y las adicciones.

Sin embargo, estudios realizados en población alcohólica (Le Berre, 2019; Dethier y Blairy, 2012) han encontrado dificultades en los siguientes procesos:

  • Toma de perspectivas: Las personas adictas suelen poner el foco de atención en sí mismos y en satisfacer sus necesidades de consumo, llegando a ignorar las de sus familiares o amistades. Esta incapacidad para “ponerse en el lugar” del otro, provoca conductas egoístas y daño en las relaciones interpersonales.
  • Reconocimiento emocional: Cuando se consume de manera prolongada, el paciente llega a desconectarse emocionalmente su entorno cercano, lo que hace que les sea muy difícil reconocer los sentimientos que le genera al resto su conducta.
  • Conducta prosocial: Otra de las consecuencias es el engaño. Los pacientes llegan a manipular a los demás con el objetivo de poder consumir con facilidad y evitar sus consecuencias, lo cual puede instaurarse como una forma de relación habitual con las personas. Esto fomenta, además, la falta de comunicación efectiva y el aislamiento social del adicto.

A nivel cerebral, también se ha encontrado que tanto la empatía como las adicciones comparten estructuras que se encuentran deterioradas cuando se aprecian las dificultades antes mencionadas. Concretamente, la ínsula y la corteza cingulada anterior. Ambas participan en los circuitos de recompensa de las adicciones y, a su vez, en el procesamiento de las emociones que nos permiten relacionarnos con los demás (Koob y Volkow, 2010; Decety y Lamm, 2009).

En resumen, parece que muchos de los problemas que muestran las personas adictas están relacionados con un deterioro de su empatía. Por ello, resulta esencial que avance la investigación al respecto, a la vez que se diseñen tratamientos que tengan en cuenta la rehabilitación de esta capacidad. Solo de esa forma se contribuirá significativamente al éxito en la recuperación de la enfermedad, pero también a una mejor adaptación social y, en consecuencia, a una mejor calidad de vida del paciente.

Redactado por Liz Mendoza Hernández, psicóloga en periodo de prácticas en Orbium Desarrollo.

Referencias

  1. Baron-Cohen, S. (2011). Zero Degrees of Empathy. Penguin Group.
  2. Decety, J., & Lamm, C. (2009). The biological basis of empathy. Handbook of neuroscience for the behavioral sciences. Neuropsychopharmacology, 35(1), 217–238.
  3. Dethier, M., & Blairy, S. (2012). Capacity for cognitive and emotional empathy in alcohol-dependent patients. Psychology of addictive behaviors : journal of the Society of Psychologists in Addictive Behaviors, 26(3), 371–383.
  4. Goldstein, R. Z., Craig, A. D., Bechara, A., Garavan, H., Childress, A. R., Paulus, M. P., & Volkow, N. D. (2009). The neurocircuitry of impaired insight in drug addiction. Trends in cognitive sciences, 13(9), 372–380.
  5. Koob, G. F., & Volkow, N. D. (2010). Neurocircuitry of addiction. Neuropsychopharmacology : official publication of the American College
  6. Le Berre A. P. (2019). Emotional processing and social cognition in alcohol use disorder. Neuropsychology, 33(6), 808–821.