El abuso sexual infantil (ASI) es un fenómeno que genera una creciente preocupación en la sociedad actual. Con cada vez más frecuencia, las instituciones y las familias se esfuerzan tanto en prevenir el ASI como en detectarlo cuanto antes. Existen protocolos en colegios y centros de salud que se ponen en marcha ante la más mínima sospecha, y las familias cada vez están más formadas para detectar los abusos.

En este artículo se tratará de clarificar la relación entre el abuso sexual infantil y las conductas adictivas.

Save the Children (2021) define el abuso sexual infantil como “la imposición por parte de un adulto o de otro menor de una actividad de carácter sexual a un niño o niña aprovechando la desigualdad de poder para obtener una satisfacción sexual” (p.3).

Se estima que entre un 10 y un 20 % de la población en España ha sufrido algún tipo de abuso sexual en la infancia. Además, el 78,9% de las víctimas de abuso sexual en la infancia son niñas (Save the Children, 2021).

El abuso sexual infantil es una forma de victimización que influye negativamente en el estado psicológico de las víctimas (Pereda, 2018) y que tiene múltiples consecuencias a corto y largo plazo (Echeburúa y Guerricaechevarría, 1998).

A continuación, se presenta una tabla de las principales consecuencias del ASI (adaptado de Echeburúa y Guerricaechevarría, 1998):

Como se aprecia en la tabla, el consumo de sustancias puede aparecer como consecuencia a corto y largo plazo del abuso sexual, especialmente en adolescentes.

Pereda (2010) destaca en su revisión que son varios los estudios que asocian los trastornos relacionados con el abuso de sustancias como secuela psicológica del ASI en la edad adulta. Por su parte, Pérez del Río y Mestre (2013) encontraron una mayor incidencia de ASI entre las mujeres con problemas de adicción.

En una revisión sistemática, Franco-Jaen et al. (2020) estudiaron la relación entre los comportamientos adictivos y el ASI a lo largo de varios trabajos, y aunque afirman con contundencia que dicha relación existe, concluyen que se necesita más investigación sobre el tema.

En lo relativo a las adicciones sin sustancia, Davis y Knight (2019) encontraron una asociación significativa entre el ASI y la adicción al sexo. Así lo recogían también Echeburúa y Guerricaechevarría (2021), cuando explican que algunas personas víctimas de ASI presentan dificultades tales como aversión al sexo, dificultades en la orientación sexual o hipersexualidad, que puede manifestarse con la masturbación compulsiva o la promiscuidad sexual.

Lo que es cierto es que las conductas adictivas constituyen una estrategia de afrontamiento habitual en personas con sufrimiento psicológico. El consumo cumple habitualmente la función de aliviar el malestar psicológico, al menos temporalmente.

Desde una perspectiva conductual, el consumo de sustancias se establece por dos vías: por un lado, las sustancias psicoactivas pueden proporcionar placer y bienestar en el momento, y su consumo es habitualmente aplaudido por el grupo de iguales (reforzamiento positivo). Por otro lado, el consumo de sustancias puede aliviar el malestar psicológico, así como el deseo de consumir, que suele resultar desagradable (reforzamiento negativo) (Becoña, 2020).

El ser humano, como todos los animales, tiende a buscar el placer/bienestar y evitar el dolor/malestar. Esta circunstancia no es problemática per sé, sin embargo, a largo plazo puede provocar un malestar más grave y generalizado que el propio malestar inicial.

Tomando como ejemplo el ASI y teniendo en cuenta las múltiples consecuencias arriba reseñadas, cabe esperar que algunas de las víctimas traten de manejar el profundo malestar que sienten mediante el consumo de sustancias. En el corto plazo, esta estrategia puede resultar eficaz, ya que alivia el malestar inicial. Sin embargo, en el largo plazo, el consumo de sustancias trae consigo multitud de consecuencias desagradables para uno mismo y el entorno.

En el caso de la adicción al sexo o hipersexualidad, y de la misma manera que en las adicciones con sustancia, las prácticas sexuales pueden adquirir una función “ansiolítica”, donde la persona que se encuentra en una situación de malestar (estímulo discriminativo) puede ejecutar una conducta de carácter sexual cuyo efecto sea el alivio de dicho malestar (refuerzo negativo). Si efectivamente se produce este alivio, aumenta la probabilidad de que, si la persona vuelve a sentir malestar, recurra a la conducta sexual para paliarlo.

Además de las consecuencias habituales de las adicciones, como el deterioro de una o varias de las áreas vitales o control deficitario para el consumo (APA, 2014), la adicción al sexo puede traer consigo otras consecuencias como la exposición a infecciones de transmisión genital a uno mismo y a la pareja, embarazos no planificados y riesgo de victimización sexual.

A modo de conclusión, es importante destacar que la mayoría de personas que han sufrido abuso sexual en la infancia no presentan síntomas en la edad adulta. Haber sufrido abuso sexual no determina la persona que eres ni tiene por qué influir en tu vida. Sin embargo, si crees que puede estar afectándote, cuéntalo, apóyate en las personas que te quieren, y no dudes en buscar ayuda profesional. Si el dolor aprieta, nunca es tarde para contarlo.

Si tú o alguien de tu entorno presenta síntomas de adicción, no dudes en contactarnos. Te ofreceremos información sobre la adicción y nuestras opciones de tratamiento.

Referencias

American Psychological Association [APA]. (2014). Manual de diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-V). Editorial Médica Panamericana.

Becoña, E. (2020). Adicciones a sustancias. En Belloch, A., Sandín, B., Ramos, F. (Ed.) Manual de Psicopatología. Volumen I. Madrid: McGraw-Hill.

Davis, K., Knight, R. (2019). The Relation of Childhood Abuse Experiences to Problematic Sexual Behaviors in Male Youths Who Have Sexually Offended. Archives of Sexual Behavior, 48(7), 2149–2169. https://doi.org/10.1007/s10508-018-1279-3

Echeburúa, E., Guerricaechevarría, C. (1998). Abuso sexual en la infancia, en Vallejo, M. (ed.). Manual de terapia de conducta (vol. 2). Madrid: Dykinson

Echeburúa, E., Guerricaechevarría, C. (2021). Abuso sexual en la infancia. Nuevas perspectivas clínicas y forenses. Barcelona: Editorial Planeta.

Franco-Jaen, S., Rodríguez, J., Del Río, F. (2020). El abuso sexual infantil y la relación con el desarrollo de comportamientos adictivos. Una revisión sistemática. Terapia Psicológica, vol. 38, no. 3.

Pereda, N. (2010). Consecuencias psicológicas a largo plazo del abuso sexual infantil. Papeles del Psicólogo, 31, 143-153.

Pereda, N. (2018). Aspectos clínicos del abuso sexual infantil, en Varona, G. (ed.), Victimología: en busca de un enfoque integrador para repensar la intervención con víctimas. Pamplona: Thomson Reuters/Aranzadi.

Pérez del Río, F., Mestre, M. (2013). Abuso sexual en la infancia y la drogodependencia en la edad adulta. Papeles del Psicólogo, 2013. Vol. 34(2), pp. 144-149.

Save the Children. (2021). Los abusos sexuales hacia la infancia en España. https://www.savethechildren.es/actualidad/analisis-abusos-sexuales-infancia-espana

Redactado por Sara Esteban, psicóloga en periodo de prácticas en Orbium Desarrollo