La depresión y las adicciones constituyen dos de los problemas de salud mental más prevalentes y discapacitantes a nivel mundial. Ambas condiciones afectan profundamente la calidad de vida de quienes las padecen y suponen un reto constante para los sistemas de salud. Tradicionalmente, el abordaje terapéutico de estas patologías se ha centrado en la intervención farmacológica y psicoterapéutica; sin embargo, el ejercicio físico ha emergido como una alternativa o complemento eficaz, con beneficios demostrados sobre la salud mental y física de los pacientes.

El papel del ejercicio en el tratamiento de la depresión

La evidencia científica reciente respalda firmemente el uso del ejercicio físico como intervención efectiva para el tratamiento de la depresión. Un metaanálisis en red realizado por Noetel et al. (2024) encontró que actividades como el baile, caminar/trotar y el entrenamiento de fuerza no solo mejoran significativamente los síntomas depresivos, sino que son comparables en efectividad a los tratamientos de primera línea, como la farmacoterapia y la psicoterapia. Además, estos beneficios se observaron independientemente de la edad, el género o la presencia de comorbilidades, lo que refuerza su aplicabilidad generalizada (Noetel et al., 2024).

Desde una perspectiva biológica, el ejercicio modula sistemas neuroquímicos involucrados en la regulación del estado de ánimo, como la serotonina, la dopamina y la noradrenalina. También se ha asociado con la promoción de la neuroplasticidad, la reducción del estrés y la inflamación, y el incremento en la liberación de endorfinas, contribuyendo a una mejor regulación emocional (Hwang et al., 2023).

Si bien el ejercicio es eficaz, no todos los pacientes responden de igual manera. Factores como la motivación, la autoestima y las condiciones físicas pueden influir en la adherencia al tratamiento. Por tanto, es fundamental que los profesionales de la salud adapten la prescripción de ejercicio a las necesidades individuales y brinden apoyo constante durante el proceso terapéutico.

En poblaciones como los estudiantes universitarios, también se ha identificado una relación positiva entre la actividad física y el bienestar mental. Arboleda-Serna et al. (2024) encontraron una asociación inversa entre actividad física y depresión, y una asociación directa con la calidad de vida relacionada con la salud. Estos datos refuerzan el potencial del ejercicio como estrategia preventiva y terapéutica en contextos educativos.

Comparativa entre ejercicio físico y antidepresivos

La comparación directa entre el ejercicio físico y los antidepresivos ha sido objeto de análisis en diversos estudios. Recchia et al. (2022) llevaron a cabo un metaanálisis en red que concluyó que no existían diferencias significativas entre el ejercicio y los fármacos en la reducción de los síntomas depresivos en adultos con depresión leve o moderada. Estos hallazgos refuerzan la idea de que el ejercicio puede considerarse una opción terapéutica válida, ya sea como tratamiento principal o como complemento de la farmacoterapia.

Cabe señalar que, en muchos casos, los antidepresivos continúan siendo necesarios, especialmente en cuadros severos o resistentes. Sin embargo, la combinación de ejercicio, psicoterapia y farmacoterapia podría optimizar los resultados clínicos y mejorar la calidad de vida de los pacientes.

Actividad física y su impacto en la adicción

El ejercicio también ha mostrado beneficios relevantes en el tratamiento de las adicciones. Un metaanálisis reciente de Ye y Liu (2023) reveló que las intervenciones con ejercicio aeróbico son eficaces para mejorar la salud física, reducir la ansiedad, la depresión y el ansia de consumo en personas con drogodependencias. Los beneficios incluyen mejoras en la condición cardiorrespiratoria, la fuerza muscular y el equilibrio, además de la reducción de síntomas psicológicos como paranoia, hostilidad o compulsividad.

Desde una perspectiva neurobiológica, el ejercicio influye en la liberación de dopamina y endorfinas, sustancias relacionadas con el sistema de recompensa. Esto puede explicar su capacidad para reducir el craving y facilitar el proceso de desintoxicación, convirtiéndolo en una herramienta complementaria valiosa dentro de los programas de rehabilitación de adicciones.

En la población infantil y adolescente, el sedentarismo también se ha identificado como un factor de riesgo significativo para el desarrollo de problemas psicológicos como la depresión, la ansiedad y la baja autoestima. García Matamoros (2019) destaca que la falta de actividad física se relaciona con patrones conductuales desadaptativos desde edades tempranas, lo cual refuerza la necesidad de intervenciones preventivas centradas en la promoción del movimiento y el ejercicio regular desde la infancia.

Conclusión

La actividad física se ha consolidado como una estrategia terapéutica eficaz y segura para el tratamiento de la depresión y las adicciones. Su comparabilidad con los fármacos en casos de depresión leve o moderada, junto con sus efectos positivos sobre la salud física, el estado de ánimo y la calidad de vida, la convierten en una opción altamente recomendable. No obstante, la indicación de ejercicio debe personalizarse y, en casos severos, integrarse dentro de un enfoque multimodal junto a la psicoterapia y, en ocasiones, la medicación . Promover la actividad física como parte del tratamiento integral es una acción respaldada por la ciencia que puede marcar una diferencia significativa en la vida de quienes padecen estas afecciones.

Bibliografía

Arboleda-Serna, V. H., Vargas-Romero, A. V., & Gutiérrez Macías, L. (2024). Physical activity and its relationship with consumption of alcohol, tobacco, and variables associated with mental health in university students: A cross-sectional study. MHSalud: Movimiento Humano y Salud, 21(2). https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=10163408

García Matamoros, W. F. (2019). Sedentarismo en niños y adolescentes: Factor de riesgo en aumento. RECIMUNDO: Revista Científica de la Investigación y el Conocimiento, 3(1), 1602–1624. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7066836

Hwang, D.-J., Koo, J.-H., Kim, T.-K., Jang, Y.-C., Hyun, A.-H., Yook, J.-S., Yoon, C.-S., & Cho, J.-Y. (2023). Exercise as an antidepressant: Exploring its therapeutic potential. Frontiers in Psychiatry, 14, Article 1259711. https://doi.org/10.3389/fpsyt.2023.1259711

Noetel, M., Sanders, T., Gallardo-Gómez, D., Taylor, P., del Pozo Cruz, B., van den Hoek, D., Smith, J., Mahoney, J., Spathis, J., Moresei, M., Pagano, R., Pagano, L., Vasconcellos, R., Arnott, H., Varley, B., Parker, P., Biddle, S., & Lonsdale, C. (2024). Effect of exercise for depression: Systematic review and network meta-analysis of randomised controlled trials. BMJ, 385, q1024. https://doi.org/10.1136/bmj.q1024

Recchia, F., Leung, C. K., Chin, E. C., Fong, D. Y., Montero, D., Cheng, C. P., Yau, S. Y., & Siu, P. M. (2022). Comparative effectiveness of exercise, antidepressants and their combination in treating non-severe depression: A systematic review and network meta-analysis of randomised controlled trials. British Journal of Sports Medicine, 56(23), 1375–1380. https://doi.org/10.1136/bjsports-2022-105964

Ye, X., & Liu, R. (2023). Intervention effect of aerobic exercise on physical fitness, emotional state and mental health of drug addicts: A systematic review and meta-analysis. International Journal of Environmental Research and Public Health, 20(3), 2272. https://doi.org/10.3390/ijerph20032272