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Cuando hablamos de dependencia o adicción al café, realmente no nos referimos a la bebida como tal, sino a uno de los componentes presentes en ella: la cafeína. La cafeína es un alcaloide del grupo de las xantinas presente de manera natural en algunas plantas. La fuente más consumida es el café, pero también se encuentra en el té, la yerba mate, el guaraná y el chocolate.

La cafeína estimula el Sistema Nervioso Central (SNC) produciendo un aumento en la atención, un flujo de pensamiento más rápido y claro y una mejor coordinación corporal. ¿Cómo y por qué ocurre esto?

Adicción al café

Los protagonistas de estos síntomas son la adenosina y sus receptores. En el cerebro, la adenosina actúa como neurotransmisor, transmitiendo información entre neuronas. La adenosina es una molécula inhibidora de la actividad cerebral: cuando se acumulan altas concentraciones de esta, disminuye la actividad de los neurotransmisores estimulantes y se activan los mecanismos que regulan el sueño, de manera que, a medida que pasa el día, los niveles de adenosina van aumentando, creando una mayor sensación de somnolencia.

La estructura molecular de la cafeína es similar a la de la adenosina, de manera que actúa como antagonista de esta. Así, los receptores captan las moléculas de cafeína en vez de las de adenosina, impidiendo su unión. Como resultado, aparece un retraso en la sensación de fatiga mental y sueño debido a la incapacidad de la adenosina de unirse a sus receptores y ejercer su acción.

Adicción a la cafeína

El café es la segunda bebida más consumida en el mundo después del agua. Solemos tomar un café al despertar, otro tras la comida y en numerosas ocasiones lo bebemos a media mañana o en la merienda. Además, la cafeína no solo se encuentra en esta bebida, sino que también está presente en otras como el té, la cola, bebidas energéticas, etc. La presencia de cafeína en todos estos productos hace que al día ingiramos una alta cantidad de esta sustancia, aumentando la probabilidad de desarrollar adicción a la misma.

La cafeína no suele conllevar riesgos para la salud a dosis medias/bajas, pero si nuestro consumo es alto, pueden aparecer complicaciones. El desarrollo de la dependencia a la cafeína es posible si se administra de manera repetida durante un determinado periodo de tiempo, entre 6 y 15 días. Las personas adictas comienzan a presentar síntomas de abstinencia a partir de las 12-24 horas tras el cese del consumo y puede prolongarse hasta una semana. No obstante, esto dependerá principalmente de la tolerancia y otras características propias de la persona.

La ingesta regular de cafeína puede afectar a la actividad y a la química cerebral. La principal razón por la que esto ocurre es el efecto antagonista de la cafeína, como ya mencionamos anteriormente. Cuando esto sucede, el organismo genera más receptores de adenosina, ya que percibe que este neurotransmisor no está consiguiendo unirse a ellos. Esto es a lo que llamamos ‘tolerancia’, ya que, con la misma dosis de cafeína ahora estaremos más somnolientos (porque habrá adenosina que consiga ligarse a sus receptores), y si quisiésemos suprimir este cansancio necesitaríamos mayores dosis de cafeína.

Además, si la ingesta de cafeína cesa de manera brusca cuando ya han aumentado los receptores de adenosina, el síndrome de abstinencia será mayor: cefalea, fatiga o somnolencia notable, disforia, desánimo o irritabilidad, dificultad para concentrarse y síntomas gripales (náuseas, vómitos, dolor o rigidez muscular).

Por otro lado, algunos estudios indican que los niveles de dopamina también aumentan ligeramente tras el consumo de cafeína, otorgando una sensación de euforia parecida (aunque más leve) a aquella que nos ofrecen otras sustancias adictivas. Este factor es esencial para comprender la dependencia o adicción a la cafeína, ya que interviene en el sistema de recompensa del cerebro.

Otras complicaciones

Dentro de los trastornos producidos por el consumo de sustancias del DSM-5, donde se mencionan diez drogas, encontramos los Trastornos por Consumo de Cafeína:

  • Intoxicación por cafeína: Sucede cuando se ingieren altas cantidades de esta sustancia y, por ende, se produce una sobreestimulación del SNC. Los síntomas son: intranquilidad, nerviosismo, excitación, insomnio, rubor facial, diuresis, trastornos gastrointestinales, espasmos musculares, divagaciones de los pensamientos y del habla, taquicardia y/o arritmia cardiaca, períodos de poca o nula fatiga y agitación psicomotora.
  • Trastorno de ansiedad inducido por cafeína.
  • Trastorno del sueño inducido por cafeína.

Beneficios del café

A pesar de ser una sustancia potencialmente adictiva, esto solo sucederá en el caso de consumir altas dosis de manera prolongada en el tiempo. Por el contrario, si se consume de manera responsable puede otorgar numerosos beneficios para la salud:

  • Reduce la incidencia de diabetes.
  • Protege frente a varias enfermedades como el Parkinson, enfermedades del hígado, ciertos cánceres.
  • Reduce el estrés oxidativo de las células.
  • Numerosos estudios indican que tiene un papel protector frente a las enfermedades cardiovasculares siempre y cuando las dosis se mantengan bajas (3-5 tazas de café). Por el contrario, si esta dosis se supera, puede tener un efecto contrario, incidiendo negativamente sobre el sistema cardiovascular.

¿Cuánta cafeína puedo tomar?

La Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA) categorizó a la cafeína como ‘Generally Recognised As Safe’ (GRAS), cuya traducción es ‘Generalmente Reconocida Como Segura’, de manera que no es considerada una sustancia peligrosa si se controla la ingesta y no se hace un mal uso de ella.

La FDA recomienda no ingerir más de 400 mg de cafeína al día, lo que equivale a cuatro o cinco tazas de café. Esta cantidad no se relaciona con efectos nocivos para la salud de manera general. Sin embargo, las cantidades varían según la sensibilidad a los efectos de la cafeína y la velocidad de asimilación de cada individuo. Por ejemplo, en personas embarazadas o en etapa de lactancia, las dosis recomendadas serán más bajas o limitadas, así como para los niños.

Cuando se ingieren altas dosis durante un periodo largo de tiempo, aumentan las probabilidades de desarrollar síntomas nocivos para la salud: etapas maníacas, depresión, desorientación, delirios, alucinaciones y/o psicosis. En algunos casos incluso puede llevar a la muerte.

Los efectos tóxicos pueden aparecer mediante un consumo rápido de aproximadamente 1200 mg de cafeína.

La LD50 (dosis letal media)* de cafeína depende de la sensibilidad individual de cada persona, pero se estima que ronda los 150-200 mg por cada kg de masa corporal, lo que equivaldría a 75-100 tazas de café para una persona adulta de 70 kg. No obstante, la dosis letal será menor en personas cuya capacidad de metabolizar cafeína es más débil debido a factores genéticos o enfermedades del hígado, entre otros factores.

*La DL50 es una medida de toxicidad aguda que hace referencia a la cantidad necesaria de una sustancia para causar la muerte de la mitad de la población estudiada.

¿Qué hacer si tengo dependencia a la cafeína?

Para evitar el síndrome de abstinencia, lo más aconsejable es disminuir las dosis progresivamente con el fin de que el organismo se acostumbre a un menor consumo de cafeína. Si, por el contrario, cesa bruscamente el consumo de cafeína, la probabilidad de presentar síntomas típicos del síndrome de abstinencia será superior y la disminución o supresión de ingesta de cafeína será más complicada.

Otra opción es incorporar café descafeinado a la dieta: un café normal nos aporta alrededor de 100 mg de cafeína y uno descafeinado 1-2 mg. De esta manera no tendremos que abandonar el consumo de café y la diferencia de cafeína en nuestro cuerpo será considerable.

Practicar deporte y llevar una alimentación saludable también son buenas herramientas a la hora de disminuir el consumo de cafeína. Ayudan a tener menos ‘mono’ y poder controlar los impulsos de beber café u otras sustancias con cafeína.

Si todas estas herramientas no nos sirven, lo más aconsejable será acudir a un profesional especializado en adicciones para seguir un tratamiento adecuado, que será similar al del resto de sustancias adictivas.

Referencias

A Cano-Marquina, J. J. (2013). The impact of coffee on health. Obtenido de https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/23465359/

Association, A. P. (s.f.). Guía de consulta de los criterios diagnósticos del DSM-5. Obtenido de https://www.eafit.edu.co/ninos/reddelaspreguntas/Documents/dsm-v-guia-consulta-manual-diagnostico-estadistico-trastornos-mentales.pdf

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Masood Sadiq Butt, M. T. (2011). Coffee and its consumption: benefits and risks. Obtenido de https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/21432699/

Md. Sahab Uddin, M. A. (2017). Neuropsychological Effects of Caffeine: Is Caffeine Addictive? Obtenido de Journal of Psychology & Psychotherapy: https://www.longdom.org/abstract/neuropsychological-effects-of-caffeine-is-caffeine-addictive-15959.html

Sánchez, A. (s.f.). Dieta y nutrición – Cafeína y salud (pros y contras). Obtenido de RTVE – Esto me suena: https://www.rtve.es/play/videos/esto-me-suena-las-tardes-del-ciudadano-garcia/esto-suena-dieta-nutricion-cafeina-salud-pros-contras/3616087/

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