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La espiral sin límite del alcohol

El alcohol, bebida que goza de alto estatus social, puede convertirse en una droga dura, causando una tremenda adicción entre sus «víctimas». Es entonces cuando la vida de una persona se trastoca por completo y se vuelve del revés. Hay que encontrar la salida al oscuro túnel, pero el camino a través de él se hace lento y pesado. Al final, como al final de todo túnel, se encuentra la luz.

Efectos que engañan

Podríamos definir el alcohol como una droga legal, mejor considerada que otras dada la aceptación de la que goza en el ámbito social. Diversos estudios han demostrado los efectos beneficiosos que sobre el organismo tiene beber moderadamente algo de alcohol, tal como señalan las conclusiones de investigaciones realizadas por el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos: «Una revisión de la literatura médica al respecto sugiere que el consumo de alcohol en pequeños niveles puede reducir el estrés; promover la cordialidad y el hecho de sentirse placentero; y disminuir la tensión, la ansiedad y la falta de interés. En personas mayores, se ha comprobado que la bebida moderada estimula el apetito, promueve la función regular de los intestinos y mejora el temperamento».

Sin embargo, se puede caer en el engaño fácilmente. Una copa en una fiesta puede hacernos sentir más desinhibidos y ambientados pero, en lugar de ser como se piensa un estimulante del Sistema Nervioso Central, es un represor del mismo. De este modo, a la sensación inicial de euforia le sigue un estado de somnolencia con visión borrosa, falta de coordinación muscular, lentitud de reflejos, disminución de la capacidad de atender y comprender, fatiga muscular, etc.

Cuando el alcohol se interpone en la vida

En el momento en que la toma de alcohol se convierte en algo más que habitual, crónico, produce sus efectos negativos en la propia persona -irritabilidad, insomnio, delirios de celos o de persecución-, y en el entorno familiar, donde tiene lugar la pérdida de responsabilidad, desestructuración, aparición de crisis, malos tratos… En el plano social el alcoholismo se asocia a conductas delictivas, alteraciones del orden y suicidios.

No es buena idea comenzar el día echando un poco de vodka en el zumo de naranja que forma parte del desayuno, ni dando un trago a una botella de whisky antes de salir de casa. A esto se llega cuando uno pasa de beber de vez en cuando, a beber más a menudo. Cuando te quieres dar cuenta, estás dentro de un círculo del que no se puede salir. Según un miembro de la organización Alcohólicos Anónimos que prefiere permanecer en el anonimato tras haber pasado 15 años bebiendo en exceso, se considera que una persona es alcohólica «cuando su manera de beber crea problemas y no se puede dejar de beber».

Respecto a por qué se empieza a beber, este afectado afirma que «cuando se bebe, lo que se busca son los efectos del alcohol. Si una persona es tímida, se siente más extravertida. Cuando una persona utiliza una droga es porque en su interior algo falla. En ocasiones su propia personalidad les hace sufrir porque les limita. Al comprobar que una droga como el alcohol se puede comprar en cualquier sitio se siente mejor, y continúa bebiendo».

El apoyo necesario

Es normal preguntarse: en estos casos, ¿qué hace la familia? En palabras de alguien que ya se ha rehabilitado, «la familia sufre y además tiene una gran confusión. Ve que su familiar tiene comportamientos más irracionales hasta que se da cuenta de que es por culpa del alcohol». En este momento los familiares tienden a pedir al afectado que deje de beber, comienzan a presionarlo. Entonces, «cuando lo presionan, miente, se vuelve resentido contra la propia familia». Para evitar esto, tanto expertos como quienes lo han vivido aseguran que «lo que hay que hacer es, después de una borrachera, hacerle reflexionar».

El apoyo continuo al enfermo para que consiga abandonar la dependencia es fundamental, más si tenemos en cuenta que la recaída es frecuente. Se convierten, en «enfermos compulsivos que pierden el control sobre el alcohol. Todo esto se para cuando dejan de beber, pero mientras se vive, se sabe que si se toma una copa la recaída es inminente»

Al tocar fondo…

Poco a poco al principio, pero muy rápido después, la vida propia deja de ser lo que era para convertirse en un auténtico desastre. Son habituales las alteraciones en la conducta que originan conflictos en la propia casa y el entorno laboral y social, hasta que se llega a una dinámica en la que discutir con cualquier persona y perder amigos es «lo normal».

Entonces alguien decide llevar al enfermo a un centro de rehabilitación en el que sus miembros, en muchas ocasiones antiguos alcohólicos o personas en proceso de desintoxicación, ofrecen voluntariamente su apoyo al nuevo miembro. En primer lugar, lo que se debe hacer es «admitir la derrota sin condiciones y reconocer que tu vida con la bebida es incontrolable. Hemos bebido durante años -yo empecé a los 13 años y lo dejé cuando tenía 28- y el organismo ha hecho crack.»

Al principio, parece que nada cambia y además se deben sufrir los desequilibrios físicos y emocionales del primer mes de abstinencia. El programa de recuperación es duro, pero requiere voluntad por parte del afectado, ya que los demás han llegado a un punto en el que no pueden hacer nada por cambiarlo, así que se han resignado a la situación de embriaguez. Terapia, psicoterapia y actividades para llenar el tiempo libre componen estos tratamientos para conseguir eliminar la elevada adicción al alcohol.

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Escrito en: Adicción al Alcohol

Tags: adicción , alcohol , alcoholismo , dependencia