La alcohorexia, también llamada ebriorexia y drunkorexia, es un trastorno de la conducta alimentaria no especificado (TCANE) que se caracteriza por restringir progresivamente la ingesta de alimentos, sustituyéndola por bebidas alcohólicas, consiguiendo así un consumo excesivo de alcohol que desencadenaría en la necesidad de recurrir a un tratamiento del alcoholismo.
Las personas que padecen este trastorno tienden a suprimir la ingesta de alimentos horas o incluso días enteros antes del episodio de ingesta de bebidas alcohólicas, suponiendo un mayor riesgo a padecer un déficit de nutrientes en el organismo y dificultando un adecuado funcionamiento.
Frecuentemente, las personas con este trastorno son conocedoras del contenido calórico de las bebidas alcohólicas, por lo que, tras el consumo, tienden a compensar el exceso de alcohol con mucha actividad física para así evitar un incremento en su peso.
Así, observamos tres factores clave del trastorno: la existencia de un desorden alimenticio, el abuso de sustancias alcohólicas y el ejercicio o actividad física en exceso como estrategia de compensación. Sin embargo, existen diversas conductas que tienen el mismo fin: minimizar las calorías ingeridas. Entre ellas encontramos: restricción de calorías, uso de drogas, uso de diuréticos y/o laxantes, purgas frecuentes, etc. que deben valorarse cuidadosamente para establecer las terapias adecuadas.
Causas
”Alcohorexia” es un término utilizado para explicar una conducta dual que consiste en problemas alimenticios y una ingesta excesiva de bebidas alcohólicas. Por esto, no hay una única causa que explique la aparición de este trastorno, entendiendo que tiene un origen multicausal. Sin embargo, se conoce que, en ocasiones, los trastornos de la conducta alimentaria pueden surgir por la sobrevaloración de los estereotipos de belleza centrados en la delgadez y perfección.
En muchos otros casos, su aparición se debe a alguna experiencia de rechazo vinculado a la apariencia física. También se conoce que pueden surgir como mecanismo de defensa ante distintos hechos o acontecimientos que ha vivido una persona: experiencias traumáticas, la muerte de un ser querido, abusos o agresiones sexuales, situaciones estresantes y caóticas, entre otras.
La principal preocupación de estas personas consiste en controlar la apariencia externa y mantenerse en un determinado peso, estando muy relacionado a problemas de gestión emocional, inseguridad y baja autoestima.
Además, distintos estudios han demostrado que existe una relación entre la insatisfacción por la imagen corporal y el consumo excesivo de bebidas alcohólicas, existiendo una mayor tendencia a desarrollar un uso desadaptativo de sustancias cuando hay una preocupación o un desagrado por el aspecto físico.
Síntomas
Las siguientes conductas se observan por un periodo de, al menos, tres meses:
- Episodios de “binge drinking” o consumo en grandes cantidades de bebidas alcohólicas.
- Saltarse comidas, restringir calorías o suprimir la ingesta de nutrientes.
- Programar periodos de ayuno de 24 horas o más cuando se sabe que se va a consumir bebidas alcohólicas.
- Atracones de comida al menos una vez a la semana que posteriormente se compensan con el uso de laxantes, diuréticos o mediante el vómito, con la finalidad de purgarse.
- Preocupación excesiva por la apariencia física.
- Miedo intenso a ganar peso.
- Actitud depresiva o irritable.
- Desagrado con la imagen corporal.
Consecuencias
Se ha comprobado que consumir bebidas alcohólicas con el estómago vacío puede incrementar el riesgo de intoxicación etílica, conduciendo a consecuencias más graves como: deficiencias nutricionales, daños cerebrales y daños en distintos órganos del cuerpo, deterioro cognitivo, daños o lesiones corporales provocadas por un estado de embriaguez, etc.
Además, también se conoce que el alcohol produce un efecto somnífero en los jóvenes, provocando episodios agresivos y depresivos en muchas ocasiones.
Cabe acotar que también ocasiona de forma clara una alteración en la vida personal, académica o laboral de la persona.
Tratamiento
En primer lugar, ha de valorarse el estado de salud de la persona. Si se encuentra en una condición critica o de urgencia, lo primero a considerar es el ingreso hospitalario para así estabilizar su salud y evitar cualquier posible riesgo.
Después se debe trabajar la consciencia del problema en la persona, y desmontar las falsas creencias que han desencadenado ese comportamiento disruptivo, así como tratar problemas de ansiedad, estrés o depresión.
Para todo ello, es imprescindible que exista contemplación del problema y deseo de cambio. Todo trabajo realizado se hace a través de una intervención multidisciplinar, tratando directamente el consumo excesivo de alcohol y la alteración alimenticia.
Referencias:
Thompson-Memmer, C., Glassman, T., & Diehr, A. (2018). Drunkorexia: A new term and diagnostic criteria. Journal of American College Health, 1-7
doi:10.1080/07448481.2018.1500470
Knight, A. (2013). Drunkorexia: an empirical investigation of disordered eating in direct response to saving calories for alcohol use amongst Australian female university students. Journal of Eating Disorders 1(1), p. 6.
Powell‐Jones, A., & Simpson, S. (2020). Drunkorexia: An investigation of symptomatology and early maladaptive schemas within a female, young adult Australian population. Australian Psychologist. doi:10.1111/ap.12462
Hunt, T. K., & Forbush, K. T. (2016). Is “drunkorexia” an eating disorder, substance use disorder, or both? Eating Behaviors, 22, 40–45. doi:10.1016/j.eatbeh.2016.03.034