En 1990, cuando el actor Michael Douglas ingresó en una clínica de rehabilitación, se habló públicamente por primera vez de algo hasta entonces poco explorado: la adicción al sexo. Aunque este concepto sigue siendo polémico, cada vez más expertos e instituciones consideran que el comportamiento sexual compulsivo puede ser tan disruptivo como una adicción a sustancias (Kafka, 2010).

Pero ¿es realmente una adicción? ¿Qué dice la neurociencia al respecto? ¿Y cómo se ve afectado el cerebro de quienes no pueden dejar de consumir pornografía o mantener relaciones compulsivamente?

¿Adicción química o desorden del comportamiento?

A diferencia de las drogas o el alcohol, que generan una dependencia química con tolerancia y síndrome de abstinencia definidos, el consumo compulsivo de sexo o pornografía no se basa en una sustancia externa, sino en un comportamiento repetitivo que genera placer inmediato y consecuencias negativas a largo plazo (Kraus et al., 2016).

Esto ha hecho que muchos expertos lo vinculen más con los trastornos del control de impulsos o con ciertas formas de trastorno obsesivo-compulsivo, antes que con una adicción clásica (Gola & Potenza, 2018). Aun así, la activación cerebral en personas con comportamiento sexual compulsivo guarda muchas similitudes con la de los adictos a sustancias.

El estudio de Cambridge: porno y cerebro

Un estudio pionero llevado a cabo por la Universidad de Cambridge escaneó el cerebro de 19 hombres con comportamiento sexual compulsivo mientras visualizaban imágenes pornográficas. Los resultados, publicados en PLoS ONE, mostraron que se activaban tres regiones cerebrales también implicadas en la adicción a sustancias:

  • Estriado ventral
  • Corteza cingulada anterior
  • Amígdala

Estas áreas están vinculadas con el sistema de recompensa, y su activación ante estímulos sexuales sugiere que el circuito cerebral responde de forma muy parecida a como lo hace ante la cocaína, el alcohol o la heroína (Voon et al., 2014).

Consecuencias del porno compulsivo: relaciones, mentiras y aislamiento

Se ha observado cómo el consumo compulsivo de pornografía genera consecuencias emocionales, sexuales y relacionales graves:

  • Disminución del deseo por parejas reales.
  • Dificultades en la erección en relaciones físicas (disfunción eréctil inducida por porno).
  • Aislamiento social.
  • Mentiras y ocultamiento del hábito.
  • Preferencia por quedarse a solas consumiendo en lugar de participar en actividades familiares o sociales.

Internet ofrece una disponibilidad constante y una novedad infinita, lo que potencia el refuerzo inmediato y dificulta el control de impulsos (Hall, 2013).

¿Qué dice la neurociencia sobre estos comportamientos?

El Dr. John Williams, del Wellcome Trust, enfatiza que estudiar estas conductas compulsivas (ya sean sexuales, alimentarias o vinculadas a sustancias) permite comprender cuándo y cómo intervenir para interrumpir el ciclo compulsivo. Repetir una conducta pese a conocer sus efectos negativos es el núcleo de toda adicción (Volkow et al., 2016).

Este tipo de investigaciones, que utilizan imágenes cerebrales, ayudan a identificar circuitos neuronales implicados en la impulsividad, el craving (deseo intenso), la recompensa y el autocontrol. Con ello, se abre la puerta a tratamientos más personalizados y eficaces.

¿Cómo se trata el comportamiento sexual compulsivo?

Aunque todavía no existe un consenso claro sobre cómo categorizar la adicción al sexo, sí hay protocolos terapéuticos eficaces para abordar este comportamiento:

  • Psicoterapia cognitivo-conductual, para identificar los disparadores emocionales y modificar patrones de pensamiento y conducta.
  • Terapia de pareja, si hay una relación afectada.
  • Terapia basada en mindfulness, que ha demostrado efectividad en la regulación del deseo sexual compulsivo (Grubbs et al., 2015).
  • Grupos de apoyo mutuo.
  • Tratamiento farmacológico, en casos de elevada impulsividad o presencia de patología dual (como TDAH o depresión).

Lo más importante es acudir a un profesional cualificado que sepa diferenciar entre un comportamiento frecuente y uno patológico. El sufrimiento, la pérdida de control y el deterioro en áreas clave de la vida son las señales que indican que puede haber un problema.

 

Conclusión

Aunque sigue siendo un tema controversial, el comportamiento sexual compulsivo muestra cada vez más similitudes clínicas y neurobiológicas con otras formas de adicción. No todas las personas que consumen pornografía tienen una adicción, pero quienes pierden el control sobre su conducta y sufren por ello merecen comprensión, atención clínica y estrategias de tratamiento eficaces.

Como con cualquier otro problema de salud mental o conducta, informarse y pedir ayuda a tiempo puede marcar la diferencia.

En Orbium, contamos con profesionales de la psicología especializados en el tratamiento de la hipersexualidad o adicción al sexo y la pornografía. Si tú o alguien de tu entorno presenta síntomas de adicción, contáctanos. Te informaremos acerca de la adicción y nuestras opciones de tratamiento.

 

Bibliografía

American Psychiatric Association. (2022). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (5th ed., text rev.; DSM-5-TR). American Psychiatric Publishing.

Gola, M., & Potenza, M. N. (2018). Parallels between compulsive sexual behavior and substance use disorders: A review of the literature and perspectives. Current Addiction Reports, 5(4), 437–447. https://doi.org/10.1007/s40429-018-0221-6

Grubbs, J. B., Stauner, N., Exline, J. J., Pargament, K. I., & Lindberg, M. J. (2015). Perceived addiction to Internet pornography and psychological distress: Examining relationships concurrently and over time. Psychology of Addictive Behaviors, 29(4), 1056–1067. https://doi.org/10.1037/adb0000114

Hall, P. (2013). Understanding and treating sex addiction: A comprehensive guide for people who struggle with sex addiction and those who want to help them. Routledge.

Kafka, M. P. (2010). Hypersexual disorder: A proposed diagnosis for DSM-V. Archives of Sexual Behavior, 39(2), 377–400. https://doi.org/10.1007/s10508-009-9574-7

Kraus, S. W., Voon, V., & Potenza, M. N. (2016). Should compulsive sexual behavior be considered an addiction? Addiction, 111(12), 2097–2106. https://doi.org/10.1111/add.13297

Volkow, N. D., Koob, G. F., & McLellan, A. T. (2016). Neurobiologic advances from the brain disease model of addiction. The New England Journal of Medicine, 374(4), 363–371. https://doi.org/10.1056/NEJMra1511480

Voon, V., Mole, T. B., Banca, P., Porter, L., Morris, L., Mitchell, S., … & Irvine, M. (2014). Neural correlates of sexual cue reactivity in individuals with and without compulsive sexual behaviours. PLoS ONE, 9(7), e102419. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0102419