La familia de una persona con problemas de adicción, con o sin sustancias, tiene una doble misión.
Por un lado ha de apoyar a su familiar en el trayecto hacia la recuperación de la salud, y por otro, debe ocuparse de su propio estado.
La enfermedad supone, para los familiares, enfrentarse a muchos miedos, muchas incertidumbres, muchas insatisfacciones, frustraciones y tristeza. Muchas situaciones desconocidas, que les ponen frente a sentimientos encontrados, conflictos personales, protocolos sociales que pierden el sentido y prejuicios por superar.
Se podría decir que la familia también enferma pues padece el dolor del desconocimiento, vivir la evolución del deterioro del enfermo, el incremento de las mentiras, el aislamiento, la ambivalencia, al tiempo que siente incapacidad, frustración e impotencia para poder ayudar y sacar adelante a esa persona.
En muchas otras ocasiones, los familiares también necesitan orientación y apoyo para saber enfocar desde un lugar sano, coherente y firme al familiar con un problema de adicción. A veces es necesario mirarse uno mismo antes de salir en ayuda de los demás.
La intervención sobre los familiares supone comenzar por explicar la enfermedad, desmitificar las ideas erróneas y clarificar el papel del familiar. Después fortalecer su aportación reparando el daño que el «silencio terapéutico», o tiempo que tarda en dar la cara definitivamente la enfermedad, produce a través de los pequeños cambios que se van produciendo.
Estos pequeños cambios son constantes y provocan la adaptación del entorno del paciente. Pero al cabo de un tiempo se puede ver cómo la suma de todos los pequeños cambios han propiciado una realidad muy diferente y nada saludable.
Si necesitas orientación, apoyo o consultar tus dudas sobre cómo enfocar una situación de adicciónde un familiar, no dudes en contactarnos.
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