En nuestra sociedad se tiene la falsa creencia de que el alcohol nos ayuda a dormir mejor, no obstante, este mito hoy en día tiene pruebas que lo contradicen.
En un principio a dosis muy bajas el alcohol puede hacer que nos durmamos más rápido o nos entre somnolencia. A pesar de ello no es conveniente beber antes de dormir, ya que se ha demostrado que afecta a la estructura y calidad de nuestro sueño. Además, a medida que va aumentando la ingesta y el aprendizaje de nuestro cerebro al beber, se van aumentando las complicaciones durante el sueño.
A dosis más altas y durante un consumo más continuado aumentan los despertares y el sueño REM se ve afectado. A la hora de un consumo más crónico el sueño continúa siendo fragmentado, pero además es de peor calidad. La mala calidad del sueño, es también un motivo de recaída del consumo, ya que se tiende a pensar que el alcohol ayudará a tener un mejor descanso, lo cual es un círculo que se cierra, ya que a más consumo, peor es el sueño. De hecho, en algunas ocasiones el sueño REM puede llegar a desaparecer por completo y como consecuencia, obtener esa sensación de cansancio al despertar, como si no se hubiese dormido nada, aunque las horas hayan estado dentro de la normalidad. Esto suele provocar irritabilidad y fatiga durante todo el día.
Se ha comprobado a través de algunos estudios, que el cerebro cambia cuando dormimos, y a su vez el sufre efectos perjudiciales a través del alcohol. Las personas que beben, muestran un patrón de ondas de sueño, más lentos y más cantidad de la llamada actividad delta (un proceso vinculado a los aspectos restaurativos del sueño profundo, donde los recuerdos se concretan y las neuronas de uso intensivo se restauran), al mismo tiempo, las ondas alfa también aumentan, que tiende a ocurrir cuando el cerebro está despierto descansando tranquilamente, lo cual, durante el sueño, no debería ocurrir. Por lo tanto, tener las ondas alfa y delta activada conjuntamente no es bueno y lleva a tener un sueño interrumpido, ya que las funciones alfa, tienden a contrarrestar cualquier efecto de restauración que las neuronas estén tratando de realizar.
En definitiva, podemos comprobar que el consumo de alcohol es muy perjudicial para el sueño, pudiendo llegar a provocar, incluso, insomnio crónico. Por tanto es importante destacar la importancia del sueño en el tratamiento de las adicciones y viceversa, el tratamiento de los trastornos del sueño y la relación con las adicciones, ya que puede influir en las recaídas y en el bienestar general durante el día.