A menudo, tendemos a confundir la impulsividad con la espontaneidad. Sin embargo, los comportamientos impulsivos nos hacen vulnerables, pueden provocar muchas dificultades y conflictos, y en ocasiones pueden indicar otros trastornos subyacentes: trastornos de control de los impulsos, trastornos de personalidad, adicciones, problemas de alimentación… En el caso de la infancia y la adolescencia, puede relacionarse con problemas del aprendizaje, empeorando el rendimiento y otros aspectos del comportamiento.
Impulsividad y vulnerabilidad
La impulsividad es muy relevante en el contexto de las adicciones que tratamos en nuestra clínica de desintoxicación y además es una característica de la personalidad con un componente genético y hereditario que influye en nuestras conductas, actitudes (por ejemplo, hacia el consumo), y decisiones; aunque también cabe resaltar el papel de la sociedad y el estilo educativo de los padres para facilitar el aprendizaje de estrategias adecuadas de afrontamiento.
La impulsividad forma parte de distintas etapas del desarrollo, como la adolescencia, y aparece también en la vejez como resultado de una serie de cambios hormonales que afectan a la capacidad de control, haciéndoles más vulnerables y precisando más apoyo social y emocional ante sus consecuencias.
Cuando hablamos de impulsividad estamos haciendo referencia a la capacidad de control, que, desde una perspectiva neuropsicológica, se localiza en la corteza prefrontal. Es la parte del cerebro encargada de la planificación y organización de comportamientos, así como la regulación de expectativas y adecuación al entorno social. Participa en los procesos de toma de decisiones haciendo que distingamos entre distintas opciones y pensamientos, que sepamos anticipar y predecir las consecuencias de lo que hacemos, que sepamos lo que está bien y mal, etc. En resumen, de ella depende la expresión de nuestra personalidad.
Cómo reconocer los comportamientos impulsivos
La impulsividad consiste en la necesidad urgente de satisfacer un deseo; es una necesidad de gratificación inmediata que provoca cierta tensión emocional y que pone en marcha comportamientos de forma casi automática con el fin de evitar el malestar. La urgencia y el automatismo impiden que podamos reflexionar sobre sus consecuencias a medio y largo plazo.
Así, la impulsividad se caracteriza por una dificultad en el control de la conducta, una incapacidad de resistir el impulso.
El resultado son reacciones exageradas, impaciencia, exigencia, ira, dificultades y conflictos en las relaciones con los demás, poca tolerancia a la frustración y el aburrimiento, tendencia a la agresividad, adicciones… Esto puede provocar desde pequeños accidentes hasta conductas de riesgo.
Como es de esperar, también provoca mucho sufrimiento, vergüenza, culpa y remordimientos por sentir que no se tiene el control de la propia vida. Las explosiones fruto de la contención, la tensión, el estrés y la ansiedad tienen un impacto importante sobre la autoestima y el autoconcepto.
La impulsividad en la adicción
La impulsividad tiene un papel importante en:
La búsqueda de sensaciones
No considerar los riesgos junto con la falta de control de impulsos propia de los adolescentes y algunos adultos, hace que tengan más probabilidad de, por ejemplo, beber alcohol, fumar o tomar sustancias, y otras dificultades como la gestión emocional o la administración del dinero.
En el desarrollo y mantenimiento de la adicción
La adicción se define por la pérdida de control sobre el consumo y un patrón de búsqueda compulsivo a pesar de las consecuencias negativas que pueda generar.
Con el consumo de sustancias se cambia el equilibrio químico cerebral, los sistemas cerebrales se adaptan. Así que, lo que comenzó como búsqueda de placer (impulsividad), se transforma en un alivio de la ansiedad y el malestar que se intentan apaciguar de forma inmediata (compulsión).
Al principio, la impulsividad promueve el ansia por el consumo y después se convierte en un predictor bastante fiable de recaída.
Por otro lado, hay estudios que demuestran que la impulsividad también influye en el tratamiento, controlando peor sus adicciones.
Todo esto hace de la impulsividad un factor clave en el tratamiento de la adicción.
Claves del trabajo de la impulsividad en los adictos
Para que la abstinencia se mantenga a largo plazo es necesario un cambio interno. Implica que muchas formas de funcionamiento se revisen y se cambien por estar asociadas de forma más o menos directa con el consumo.
El control de la impulsividad es muy importante en el trabajo hacia esta nueva vida:
- Desde el estimular el control de ciertos estímulos del ambiente que disparan esas conductas automáticas, hasta aprender a detectar las situaciones de riesgo antes de encontrarse en ellas.
- Comprender la necesidad de urgencia en la que han funcionado durante el consumo activo y observar cómo afecta la manera de pensar (por ejemplo, aunque las cosas van mejor en mi vida, me frustro por cuestiones no muy objetivas).
La urgencia se manifiesta a través de la ansiedad, los nervios, la tensión… Reducir la activación nos facilita el tomar distancia y reflexionar sobre la situación, nuestro comportamiento y sus posibles consecuencias. La relajación, la meditación y el mindfulness pueden ayudarnos mucho, así como la actividad física y el deporte.
También es importante trabajar la impulsividad en otras áreas para facilitar otro tipo de funcionamiento y evitar ciertas sustituciones. Seguir siendo impulsivo, aunque sea en otro ámbito (por ejemplo, con la comida, las compras o el juego), puede hacer que tarde o temprano se vuelva a perder el control sobre uno mismo y la propia vida.
En definitiva, el trabajo del autocontrol, o la capacidad para manejar los sentimientos, son factores clave para poder elegir la opción que menos nos perjudique. Hay muchas estrategias que se pueden aprender y forman parte de muchos programas de intervención en adicciones.
La mejor recompensa es cumplir el propio objetivo. Si la impulsividad empuja a un círculo vicioso de tensión, pérdida de control y culpa, vivir con libertad puede aportarnos nuevos objetivos que antes ni hubiéramos imaginado. Y puede conseguirse.