La persona adicta poco a poco ha ido teniendo cambios sobre multitud de contextos: ámbito social, como por ejemplo el abandono progresivo de actividades anteriormente placenteras; el ámbito laboral en el que se va reduciendo la eficacia del desempeño o se incrementa el absentismo; en la esfera interpersonal reduciendo las relaciones y con uno mismo.
A su vez, afecta a multitud de áreas; fisiológica, física, psicológica, etc. Aquí comentaremos, brevemente, los cambios en el cerebro que sufre un adicto.
El cerebro adicto sufre cambios en el Sistema Nervioso, concretamente en el cerebro se comienza con la afectación del Sistema Límbico, que contiene los circuitos de recompensa y placer. Estas recompensas y momentos placenteros, son capaces de sustituir recompensas naturales del organismo tales como la comida o escuchar música. Por tanto, la falta de droga en el cerebro hace que aparezca la abstinencia y la compulsividad por volver a tener ese refuerzo y en el proceso de volver a consumir, se crean mecanismos de aprendizaje de los pasos para la adicción. Dicho aprendizaje se instaura en la memoria procedimental, aquella que empleamos para, por ejemplo, montar en bicicleta, lo que dificulta mucho el olvido de la conducta adictiva. La memoria procedimental requiere de áreas del cerebro tales como el tálamo, el cerebelo y el núcleo caudado, por tanto, éstas áreas en el cerebro adicto, son diferentes a las que tiene un cerebro no adicto.
No obstante, la memoria procedimental no es la única área afectada, ni siquiera la única memoria. La memoria emocional influye mucho en el proceso de la adicción, tal como influye la música al escuchar una canción que nos trae un recuerdo, o el olfato que nos evoca a situaciones determinadas. Por tanto, podemos ver como esto afecta a la amígdala, una región muy importante para las emociones y el cerebro decide quedarse con las emociones positivas, de tal forma que, para el cerebro adicto, existe una distorsión en la memoria emocional, lo que facilita la vuelta al consumo, ya que, tu cerebro recuerda con fuerza las emociones positivas que son producidas por el consumo. Esto tiene gran relevancia en los factores mantenedores de la adicción.
Asimismo el consumo repetitivo y prolongado en el tiempo puede afectar a circuitos que intervienen en la capacidad de inhibir conductas vinculadas al consumo de drogas, como también áreas cerebrales relacionadas con la toma de decisiones. En esta situación, se ve afectado el lóbulo frontal y por ende la corteza prefrontal dorsolateral que permite el desarrollo y la ejecución de planes de acción, y la memoria de trabajo, necesaria para la mayoría de procesamiento cognitivo, constituye el motor de lo que denominamos funciones ejecutivas.
Como conclusión, hemos podido ver tan solo la superficie y a grandes rasgos los cambios que la adicción produce en el cerebro, afectando a diversas áreas y por tanto a diferentes contextos en el día a día del adicto.