El alcohol es la sustancia psicoactiva más consumida en España. Como ya definió el filósofo Sócrates en la antigua Grecia, lo que en muchas ocasiones comienza como un acto social, llega a convertirse en una adicción.
El bebedor social decide cuándo comienza a beber y cuándo acaba, un poder de decisión que no tiene el adicto, quien bebe en solitario y sin control. Además, el bebedor social no se preocupa por la bebida, sino por el ambiente, en cambio el alcohólico no sabe ponerse límites y pierde el control.
En muchas ocasiones, el alcohol se convierte en una vía de evasión a las adversidades, convirtiéndose en el principal problema. Utilizamos el alcohol como anestésico. Nos auto medicamos de manera inconsciente, para cambiar nuestro estado de ánimo o desconectar de la realidad. Por lo tanto existe una clara diferencia entre el bebedor social y la persona que desarrolla una adicción al alcohol y necesita tratamiento.
Cómo saber si hay adicción
- Incapacidad para limitar la cantidad de alcohol consumida.
- Pérdida de tiempo bebiendo o accediendo al alcohol.
- Necesidad constante de ingerir la sustancia.
- Incumplimiento de obligaciones debido al consumo de alcohol.
- Insistencia en beber pese a tener consciencia de los problemas que genera.
- Abandono de las actividades sociales o laborales.
- Desarrollo de tolerancia al alcohol, de forma que se necesita más cantidad para sentir su efecto.
- Náuseas, sudoración o temblores cuando no se bebe.
- Consumo en situaciones de peligro, como por ejemplo, al volante.
Es habitual negar el problema. Recordamos la frase de un paciente que nos describió las copas como la salsa de la vida. Esta persona solo encontraba un supuesto placer en el consumo de alcohol, lo que fue el trampolín para otras practicas y adicciones como la prostitución y la cocaína.
El alcohol se había convertido en “el amor de su vida”, sin ser consciente del deterioro biopsicosocial que estaba originando en su existencia. Su ritmo de trabajo, el estrés, las relaciones vacías, daban paso a un problema más profundo, que se convirtió en enfermedad, y que tuvo consecuencias irreparables a todos los niveles.
El actual ritmo de vida es, muchas veces, un potenciador del consumo, buscando de manera equivocada la solución o la inconsciencia a través del consumo.
El error es pensar que la solución está en la neurociencia. El abuso del alcohol y otras sustancias no es un simple problema de química cerebral. Por eso hablamos de BioPsicoSocial. Las influencias más fuertes están fuera de la cabeza. El cerebro y el comportamiento son producto de múltiples influencias que interactúan entre sí, y por tanto hay que ser conscientes de esto y cuidar nuestra salud física y mental.
Por enésima vez y como advierte la ciencia desde hace años, no hay consumo de alcohol inocuo. Tampoco hay una manera segura de ingerirlo. Desde el punto de vista de la salud, solo existe el consumo con menor o mayor riesgo. En un país como España donde el 60% de la población ingiere alcohol, cuestionarlo levanta ampollas, y por ello es necesario.