La pornografía, sobre todo aquella que encontramos a través de Internet, se ha convertido en la principal fuente de educación sexual para los menores y los jóvenes. Esto se debe a que genera satisfacción personal y facilita la masturbación, atendiendo a la demanda juvenil de experiencias sexuales rápidas y placenteras. Adicionalmente, la pornografía aborda la curiosidad natural, las dudas y las inquietudes en torno al ámbito sexual. Estos aspectos cobran relevancia en un contexto donde la educación sexual es abordada con reticencia y catalogada como un tema tabú.

Según la Real Academia Española (RAE), la pornografía es la presentación abierta y cruda del sexo que busca producir excitación mediante espectáculos, textos o productos audiovisuales.

En términos más coloquiales, podemos definir a la pornografía como todo aquel material que representa actos eróticos o sexuales con el fin de provocar la excitación sexual del receptor. El medio más utilizado es el audiovisual, pero también podemos encontrar pornografía en la literatura, la fotografía y otras formas artísticas.

En la actualidad podemos encontrar contenido pornográfico con tan solo un clic a través de nuestros dispositivos electrónicos. Esto supone un gran problema para la sociedad y más concretamente para la población joven, al ser la pornografía el primer y único referente del sexo.

A pesar de existir diferentes tipos de pornografía, la más vista es aquella en la que se violentan los cuerpos de las mujeres. La pornografía más consumida reproduce las bases del sistema patriarcal, promoviendo la jerarquía en las relaciones de poder entre hombres y mujeres. Se recurre a la violencia sexual y se centra en la penetración, dejando atrás el resto del amplio espectro que envuelve a la sexualidad, siendo carente en empatía, deseo femenino, comunicación, reciprocidad, etc.

Hay evidencia acerca del impacto negativo que tiene la exposición habitual a la pornografía, entre las que podemos mencionar las alteraciones de la percepción del riesgo o de la percepción de las mujeres, el incremento de actitudes sexistas, de prácticas de riesgo y violentas (asfixia, tirones de pelo, golpes, etc) (Ballester Brage et al., 2021). Además, interviene en la disminución de autoestima y puede llegar a producir una gran dependencia (La pornografía y su incidencia en el desarrollo psicosexual de adolescentes | Uniandes Episteme. Revista de Ciencia, Tecnología e Innovación, s. f.).

Una adolescente viendo pornografía.

Estudios sobre pornografía y adolescentes

¿Qué dicen los datos? Hemos analizado dos estudios que analizan la nueva pornografía y el impacto que tiene en la población adolescente:

  1. Estudio ‘Nueva pornografía y cambios en las relaciones interpersonales’ elaborado por la Red Jóvenes e Inclusión Social y la Universitat de Illes Baleares. La muestra es de 2.500 jóvenes entre 16 y 29 años en Andalucía, Aragón, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Cataluña, Galicia e Islas Baleares.
    • La mayor parte de hombres empezaron a consumir pornografía con menos de 16 años. En el caso de las mujeres, entre los 16 y los 18 años.
    • El motivo principal que lleva a los hombres a consumir pornografía es la masturbación, mientras que para las mujeres es la curiosidad.
    • El consumo de pornografía puede aumentar las conductas de riesgo (sexo sin protección, sexo con personas desconocidas, repetición de las prácticas de riesgo observadas, etc), sobre todo en hombres.
  2. ‘Nueva pornografía y desconexión empática’ (Ballester Brage et al., 2021):
    • La edad de inicio más reducida de los primeros contactos con la pornografía fueron los 8 años. La edad media fueron los 15 años.
    • La mayor parte de los jóvenes (tanto hombres como mujeres) recurrieron a la pornografía para masturbarse.
    • El 29,63% de los jóvenes recurren a la pornografía diariamente o varias veces al día. En el caso de las jóvenes, el porcentaje se reduce al 19,15%. En ambos géneros, la frecuencia suele ser de una o dos veces por semana.
    • En cuanto al contenido, predomina la visualización del ‘coito vaginal’, una de las prácticas más frecuentes. Le siguen otras prácticas, la masturbación y el sexo oral. Las prácticas más violentas fueron seleccionadas por un 5%, sin encontrar diferencias entre géneros.
    • Un 64% de los y las jóvenes opinaron que la pornografía no tiene efectos negativos. Un 15,8-21,3% opinó que llega a producir aburrimiento y entre el 12,8%-18,5% opinó que presenta violencia de género, machismo y produce dependencia.
    • Si atendemos a las conductas de riesgo vistas en la pornografía, las que más reconocieron los encuestados fueron: que la pornografía no muestra la seducción que se produce antes de tener sexo (no hay discurso) y que hay violencia en la pornografía.
    • Si atendemos a las conductas de riesgo que se han llevado a cabo tras ver pornografía, predominan el no usar preservativo (siendo mayor en hombres que en mujeres), el sexo en grupo no seguro (también predominando en hombres) y un porcentaje más bajo resaltó haber recibido violencia por parte de otras personas (predominando en mujeres) y grabar (hombres) o haber sido grabadas (mujeres) teniendo relaciones sexuales.

La importancia de la educación sexual en jóvenes

La sexualidad se sigue tratando como tema tabú en pleno siglo XXI, lo que lleva a los y las más jóvenes a investigar por internet y exponerse a cualquier tipo de contenido. Autores como Azar (Azar, s. f.) afirman que la pornografía se ha convertido en la droga del siglo XXI debido a que los jóvenes comienzan consumiendo porno ‘soft’ o suave y poco a poco van necesitando contenido más fuerte, hasta consumir pornografía ‘hardcore’ con escenas explícitas, violentas o que representan parafilias como el masoquismo, pedofilia, zoofilia, fetichismo, etc.

Esto no sucede en toda la población adolescente, pero lo que sí podemos afirmar es que nos encontramos ante un serio problema en el que los más pequeños están aprendiendo sobre sexualidad exclusivamente a través de la pornografía. En los peores casos, los y las jóvenes pueden desarrollar una fuerte dependencia al consumo de este contenido, deteriorando el resto de esferas de su vida y convirtiéndose en un grave problema de salud mental.

El rol de los padres en la educación sobre pornografía y sexualidad

Los padres, las madres o tutores/as de los jóvenes podemos intervenir para ofrecer una educación sexual segura, placentera y saludable. Para ello, debemos atender a los siguientes puntos:

Dejar a un lado el tabú que rodea a la sexualidad

Aunque en un principio nos cueste, debemos atender a las necesidades de nuestros/as hijos/as y dejar a un lado el miedo o la vergüenza que nos genera hablar sobre sexualidad. Debemos saber que, si nosotros/as no educamos a nuestros/as hijos/as, será la pornografía quien lo haga, y como hemos mencionado anteriormente, esto puede ser muy peligroso y puede generar ideas falsas acerca del sexo en nuestros/as jóvenes.
Si nosotros/as derribamos el tabú y hablamos abiertamente acerca de este tema, nuestros/as hijos/as también lo harán y tendrán mayor facilidad para recurrir a nosotros/as cada vez que tengan una duda acerca de este tema, en vez de consultarlo en Internet.
Intentaremos establecer una comunicación abierta y sincera con nuestros/as hijos/as desde el respeto y el amor.

Derribar mitos acerca de la sexualidad

Es importante desmitificar la sexualidad y derribar todos aquellos mitos que rodean el tema. Proporcionaremos información precisa, basada en la evidencia científica, ayudando a nuestros/as hijos/as a entender los aspectos físicos, emocionales y psicológicos de la sexualidad de manera realista.Esto ayudará a que los y las adolescentes reduzcan la curiosidad morbosa que normalmente lleva a la visualización de la pornografía. Además, fomenta una comprensión saludable de la sexualidad y de las relaciones interpersonales.

Enseñar la diferencia entre realidad y ficción

Es esencial que los y las adolescentes distingan entre la representación ficticia de la sexualidad en la pornografía y la realidad de las relaciones sexuales y afectivas. Como padres, madres o tutores/as debemos indicar que la pornografía no refleja con precisión las relaciones reales ni el consentimiento mutuo, y que las expectativas generadas por ella pueden ser poco realistas y dañinas.
Educaremos la parte crítica de los y las jóvenes hacia los medios y fomentaremos la empatía y el respeto por los y las demás.

Fomentar la autoestima y la confianza

Como padres, madres o tutores/as tenemos un papel importante en el desarrollo de la autoestima y la confianza de los y las jóvenes. Por ello, intentaremos promover un ambiente en el que los y las adolescentes se sientan valorados por quienes son, independientemente de su apariencia física. Debemos tener en cuenta que este tema afecta mucho a los y las jóvenes, y es motivo del desarrollo de ciertos trastornos como los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), o inseguridades muy grandes.
Valorando, escuchando y mostrando afecto a nuestros/as hijos/as, reduciremos la vulnerabilidad a los estereotipos y las presiones externas que a menudo conducen a la búsqueda de pornografía como fuente de validación.
Fomentar la autoaceptación y el amor propio puede ayudarles a tomar decisiones más saludables con ellos/as mismos/as y con sus relaciones.

Fomentar la cultura del consentimiento

Si nos fijamos en el contenido de la pornografía, en muchas ocasiones podemos destacar la falta de consentimiento y ciertas prácticas violentas (normalmente hacia la mujer). Si esto es lo único que los y las jóvenes saben de las prácticas sexuales, cuando las mantengan tenderán a repetir lo que han observado previamente. Esto resultará en una falta de consentimiento y podrá llevar a situaciones muy violentas y nada saludables.
Por este motivo, es realmente importante que enfaticemos la importancia del consentimiento en la relaciones sexuales. Como figuras de autoridad, podemos explicar que en las relaciones sexuales, el consentimiento es continuo, informado y libre de cualquier presión. De esta manera, conseguiremos empoderar a los y las adolescentes para establecer límites saludables (por ejemplo: me gusta X / no me gusta X, no quiero seguir, no me apetece, etc), respetar los límites de los demás y crear relaciones basadas en el respeto y la comunicación sincera.
Si los y las jóvenes comprenden la importancia del consentimiento, podrán evitar actitudes y comportamientos perjudiciales a la vez que construyen relaciones saludables y más significativas.

En resumen, la pornografía está teniendo un impacto negativo en la población más joven debido a que no se está ofreciendo educación sexual para que puedan diferenciar la ficción de la realidad. Esta es su única fuente de información acerca de la sexualidad, lo que está ocasionando problemas de autoestima, consentimiento, inseguridad, prácticas sexuales violentas, desarrollo de ciertos trastornos, desarrollo de adicción a la pornografía o al sexo, etc.

Los padres, madres y tutores/as desempeñan un papel crucial en la educación sexual de sus hijos/as. Al derribar los tabúes, proporcionar información precisa y fomentar una comprensión realista y respetuosa de la sexualidad, podemos ofrecer a los y las adolescentes las herramientas necesarias para enfrentar los desafíos de la pornografía y tomar decisiones adecuadas e informadas en su vida emocional y sexual.

Redactado por Orbium Desarrollo.

Referencias

– Azar, M. (s. f.). La industria del porno. Cine, tecnología y sexualidad.

– Ballester Brage, L., Rosón Varela, C., Facal Fondo, T., & Gómez Juncal, R. (2021). Nueva pornografía y desconexión empática. Atlánticas. Revista Internacional de Estudios Feministas, 6(1), 67-105.

– La pornografía y su incidencia en el desarrollo psicosexual de adolescentes | Uniandes Episteme. Revista de Ciencia, Tecnología e Innovación. (s. f.). Recuperado 9 de agosto de 2023.