La adicción al sexo es todavía una problemática algo desconocida en el mundo clínico y, en general, entre las personas a pie de calle.
El ser humano es sexual por naturaleza: el sexo, la erótica, la atracción y las relaciones íntimas son parte fundamental de las relaciones humanas. Pero, cuando la sexualidad pasa a ser una prioridad en la vida de la persona y ésta pasa a ser incontrolable, es entonces cuando se convierte en una adicción.
Al contrario de lo que es pensado, la adicción al sexo no es solo un exceso de deseo sexual sino que se trata de una constante cadena de conductas, pensamientos y fantasías de índole sexual presentes en la persona. La permanente presencia de este tipo de ideas, junto a cierta activación fisiológica, llevan a la persona a tener conductas sexuales recurrentes que pueden ir desde la masturbación compulsiva, las relaciones promiscuas en prostíbulos o con personas desconocidas, hasta el uso de líneas eróticas o pornografía, entre otras. Cualquiera de estas conductas sexuales suponen para la persona una cantidad de tiempo excesiva conllevando un deterioro en todos los ámbitos de su vida: en la vida familiar, en el trabajo o en sus relaciones sociales.
La búsqueda de contenidos sexuales en la red, la conducción durante horas en busca de una prostituta o cualquier otro tipo de búsqueda de diferentes formas sexuales son convertidas en rituales excitatorios que acaban adquiriendo en el adicto al sexo un gran valor erótico.
El sexo como forma de intimidad y conexión con la otra persona deja de existir para las personas con esta problemática. El sexo deja de ser un acto de índole erótico, íntimo y sensual para tener como único propósito la reducción del malestar y la ansiedad. Se convierte en una forma de afrontamiento para escapar del malestar y desasosiego propio, los problemas familiares o los laborales. En consecuencia, las relaciones sexuales pasan a estar completamente desvinculadas de cualquier emoción o afectividad dando lugar a la cosificación de la otra persona como objeto de autosatisfacción.
La adicción al sexo, aunque no está incluida como categoría psicopatológica en el DSM, no es un problema moral en el que se puedan incluir cualquier acto promiscuo o recurrente de índole sexual. Es una patología mental que afecta al 5% de la población y supone la pérdida de libertad y control cuando el sexo pasa a ser el centro de la vida de una persona debido a la recurrencia de fantasías e imágenes sexuales suponiendo una grave interferencia en su vida cotidiana.
Referencias:
Echeburúa, E. (2012). ¿Existe realmente la adicción al sexo?. Adicciones, Vol. 24 núm. 4 · págs. 281-286.