La adicción a las pastillas

Los BARBITÚRICOS son conocidos familiarmente como ”pastillas para dormir”. Pertenece a los derivados del ácido barbitúrico o malon y se encuentran en forma de píldoras, supositorios o en ampollas inyectables.

El consumo prolongado de estas sustancias produce síntomas crónicos: disminución de la memoria y del funcionamiento interpersonal, irritabilidad, cambios en el estado de alerta, anemias y hepatitis.

La retirada brusca de la droga puede resultar peligrosa por lo que su abandono debe realizarse de forma gradual. El Síndrome de abstinencia se caracteriza por aumento de la ansiedad, el insomnio, la irritabilidad, las náuseas, el dolor de cabeza, las tensiones musculares, las palpitaciones, la disforia y, en casos muy graves, convulsiones y “estatus epilépticus”.

Conlleva un riesgo vital serio y requiere, por tanto, atención médica puesto que puede llegar incluso a causar la muerte.

Las BENZODIACEPINAS, ansiolíticos o pastillas para dormir se recetan muy frecuentemente cuando se padece ansiedad. Tienen una buena capacidad para generar tolerancia y son muy adictivas, por lo que su uso debe ser siempre seguido desde cerca por el psiquiatra y cuidando de no superar un tiempo limitado.

Se encuentran en grageas, comprimidos, gotas y ampollas. A dosis elevadas provocan náuseas, aturdimiento, confusión, disminución de la coordinación psicomotriz, etc. Los efectos secundarios más frecuentes: somnolencia, fatiga, pesadillas, mareos, lentitud psicomotriz.
En ocasiones se observan efectos paradójicos como insomnio por rebote o aumento de la irritabilidad y desinhibición del comportamiento sobre todo si se combina con alcohol.

Respecto al síndrome de abstinencia, la retirada brusca del fármaco puede resultar peligrosa, pero su abandono no es problemático si se realiza de forma gradual.

¿Cómo detectar el problema?

Si el paciente mezcla el consumo de estas sustancias con alcohol (es muy frecuente por el uso relajante y sedante que se le otorga), encontraremos los síntomas de esta sustancia sumados a estos siguientes:

Disminución grave y notoria de las relaciones sociales, tanto familiares como de amistad y laborales

Disminución y evitación en la realización de cualquier actividad

Abatimiento, depresión, tristeza que potencian la reclusión

Tolerancia y abstinencia

El tratamiento:

La desintoxicación se realiza de forma progresiva y muy solapada con la fase de deshabituación. Esta fase de deshabituación requiere el abordaje en paralelo de las causas que motivaron el consumo de ansiolíticos o barbitúricos, normalmente una patología dual. Es muy frecuente el uso simultáneo de ambas sustancias.

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